miércoles, 18 de noviembre de 2015

Lucas 19, 11-28

En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén, y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro.
Dijo, pues: «Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: "Negociad mientras vuelvo." Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras él una embajada para informar: "No queremos que él sea nuestro rey." Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: "Señor, tu onza ha producido diez." Él le contestó: "Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades." El segundo llegó y dijo: "Tu onza, señor, ha producido cinco." A ése le dijo también: "Pues toma tú el mando de cinco ciudades." El otro llegó y dijo: "Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo, porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras." Él le contestó: "Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses." Entonces dijo a los presentes: "Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez." Le replicaron: "Señor, si ya tiene diez onzas." "Os digo: 'Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.' Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia."»
Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.


Mira a tu lado. De día. De noche.
¿Al lado de quién estás?
¿Detrás de quién caminas?
Tal vez... ¿detrás de alguien que te quiere detrás?
Mírate.
¿Para quién respiras?
Tal vez... para quien te asfixia
entre algodón, perfume y dinero.
¿Para quién respiras?
¿Para quien absorbe tu aliento?
¿Y cuando ya dejes de respirar?
...
¿Recuerdas aún
a tu padre
que, de niño,
velaba tu sueño?

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martes, 17 de noviembre de 2015

Lucas 19, 1-10

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»
Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»


Espera... ¿Cómo estás?
"Mis manos están llenas,
pero tiemblan.
Estoy solo...
Tengo cien platos pero tengo hambre...
y mil vinos pero tengo sed."
Sonríe...
Tu hambre te va a salvar.
Quita el cerrojo a tu bodega
y reparte tu pan
que sólo sacia el que se comparte.
"Siento..."
Se llama Libertad.

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lunes, 16 de noviembre de 2015

Lucas 18, 35-43

En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. 
Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: «Pasa Jesús Nazareno.»
Entonces gritó: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!»
Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?»
Él dijo: «Señor, que vea otra vez.»
Jesús le contestó: «Recobra la vista, tu fe te ha curado.»
En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.


"Ahora cúrame a mí."
¿Tú sabes quién te necesita?
"Sí."
Y sabes que con tu aliento le puedes dar luz...
... "Sí."
¿Por qué no vas?
...
Regresa.
No me buscas a mí.
No estás ciego de verdad.

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domingo, 15 de noviembre de 2015

Marcos 13, 24-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»

"¿Qué escuchas?"
Nada.
"¿Crees que esta noche nos encontrarán?"
No. No sé...
"¿Y cuando vengan?"
Tú coge mi mano.
"Pero..."
Coge mi mano.

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sábado, 14 de noviembre de 2015

Lucas 18, 1-8

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."»
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»


"¿Qué nos espera?"
Cuando el agua sube, nada queda al Sol. Todo se sumerge, salvo lo que está elevado.
Procurad que vuestro tesoro se guarde en alto, despegado del suelo, y procurad que todos los hombres y mujeres que encontréis hallen a qué subir para escapar de las negras aguas.
"Pero... ¿a qué se podrán agarrar?"
A vosotros. Y a otros después.
Sois los troncos que sostienen las ramas. Ramas que aún no conocéis, pero que un día nacerán de vuestra savia.
Resistid.
Y sonreíd.
Sois la esperanza.

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viernes, 13 de noviembre de 2015

Lucas 17, 26-37

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán.»
Ellos le preguntaron: «¿Dónde, Señor?»
Él contestó: «Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo.»


Esta mano con que escribo quedará quieta.
Estos ojos se secarán.
Este aire marchará a otras bocas.
Porque la tierra
la mía morderá.
Cuando comience a llover sobre mí
no sé si sabré
que es mi diluvio.
Cuando anochezca
no sé si sabré
que no veré amanecer.
Pero entonces quedará a la luz
si he caminado hacia la puerta
o si mi corazón
no la quiso buscar.

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jueves, 12 de noviembre de 2015

Lucas 17, 20-25

En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios, Jesús les contestó: «El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.»
Dijo a sus discípulos: «Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.»


Un hombre se negaba a aceptar que un tesoro estuviera escondido en su corazón.
¿Por humildad?
¿Por modestia?
¿Por falta de conocimiento?
¿Por exceso de saber?
¿Por evitar el compromiso?
¿Por eludir la responsabilidad?
¿Por querer pasar desapercibido?
¿Por qué?
Porque ya no cabrían excusas.
Y cuando llegara el momento de atravesar las aguas
no habría barquero al que culpar.
Él sería su propio juez

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miércoles, 11 de noviembre de 2015

Lucas 17, 11-19

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 
Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.» 
Al verlos, les dijo: «ld a presentaros a los sacerdotes.» 
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?» 
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»


Quedo limpio cada vez que ella me toca
como muchos fueron los lavados por Juan.
Pero las horas transcurren
y pasa esta vida
sin haber cerrado los ojos
para sentir en toda su hondura
la bendición que llega
por su manita.
Para todos anochece
sin que, algunos, hayamos agradecido la Luz.
Todos somos amados...
Mas no todos devolvemos crecido ese amor.

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martes, 10 de noviembre de 2015

Lucas 17, 7-10

En aquel tiempo, dijo el Señor: «Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa" ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú" ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."»

Cierra los ojos
acabado el día
y prepara
tu sueño
para contestar.
Abre tus manos
llegada la noche
para mostrarlas
vacías
en el umbral.
Que tras el sueño
te espera un beso,
y tras el frío
un baño de sol,
pues quien de día
anheló tu paz
será recibido
ante tu puerta
con el mismo abrazo
que dio.

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lunes, 9 de noviembre de 2015

Juan 2, 13-22

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 
Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.» 
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.


Venís al templo a vender. Sé que os tenéis que ganar la vida, mas... respetad este límite.
Venís al templo a encontraros unos y otros... pero respetad a quien, dentro, trata de encontrarse con Dios.
Venid, no dejéis de acercaros, pero haced de vuestro encuentro un momento gozoso en el que dar las gracias y renovar el voto de aceptación de todo cuanto venga.
No derribéis los muros que guardan vuestro reducto más íntimo pero abrid, eso sí, la puerta de par en par.
...
No os descuidéis. Os necesito limpios, os necesito sinceros. Sacad de vuestro atrio otros afanes y concentraros en llegar al final del camino.
Tened la mirada atenta. Porque yo volveré a caminar a vuestro lado.

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domingo, 8 de noviembre de 2015

Marcos 12, 38-44

En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.»
Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. 
Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»



Miradla. Imperfecta pero desprendida.
Frágil pero fuerte. Pobre pero valiente.
Estáis mirando a una heroína en cuyas manos podría dejar el mundo.
En cuyo bolsillo no cabe un denario y de cuyas manos brota el oro del sol.
Miradla. Recordarla.
Desde hoy es vuestra madre aunque no la conocéis.

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sábado, 7 de noviembre de 2015

Lucas 16, 9-15

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (16,9-15):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Ganaos amigos con el dinero injusto, para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos: porque o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
Oyeron esto unos fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él. 
Jesús les dijo: «Vosotros presumís de observantes delante de la gente, pero Dios os conoce por dentro. La arrogancia con los hombres, Dios la detesta.»


Un anciano con tres hijos le preguntó al primero de ellos si se consideraba adecuado para administrar, tras su muerte, el patrimonio familiar. El joven respondió que sí y que sus estudios numéricos eran los idóneos para controlarlo bien sin que se dilapidaran recursos.
En otra ocasión, hizo al segundo la misma pregunta, a lo que éste asintió apoyando su candidatura en su amplia experiencia tratando con jornaleros... algo fundamental para que nadie se aprovechara de la empresa y poder -en cambio- organizarles bien para optimizar su rendimiento.
Por último, planteó la pregunta al tercero. Pero el chico respondió que no lo sabía y que cualquiera de sus hermanos mayores tenían más formación y experiencia. Además, a él no le atraía tal labor... tras lo que le pidió al padre que adelantara esa semana el pago del jornal, dado que el mayor de los hermanos había tenido algún gasto imprevisto y seguro que iba a agradecer cobrar ya.
El padre redactó su testamento y pudo dormir en paz.

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viernes, 6 de noviembre de 2015

Lucas 16, 1-8

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: "¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador." Entonces el administrador se puso a pensar: "¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan." Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: "¿Cuánto le debes a mi amo?" El hombre respondió: "Cien barriles de aceite." El administrador le dijo: "Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta." Luego preguntó al siguiente: "Y tú, ¿cuánto debes?" Éste respondió: "Cien sacos de trigo." El administrador le dijo: "Toma tu recibo y haz otro por ochenta." El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz».

"¿Qué fue del administrador?"
Fue expulsado de la casa y se fue.
"Pero actuó con astucia..."
Es innegable que, al menos, trató de buscar una salida para mantener su bienestar.
Es posible, incluso, que alguno de los deudores a quienes redujo la deuda que mantenían con su señor le abriera su puerta. Pero la puerta por la que se paga la recompensa a un delator... no la de la confianza y, menos, la del aprecio.
"Pero su señor podría haberle perdonado..."
Sí. Pero cada uno de nosotros elegimos a qué señor servir.
Y ten en cuenta que quien en vida elige pertenecer al mundo, lo hará para siempre.

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jueves, 5 de noviembre de 2015

Lucas 15, 1-10

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido." Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»


Apoyada la espalda contra la pared, cerró los ojos, tomó aire y salió de nuevo corriendo.
Habían pasado dos horas desde el final del choque y el caballero se negaba a volver al campamento.
Entre los restos, ya había encontrado a varios hombres aún vivos, aunque la muerte ya estaba sentada junto a ellos... y estaba seguro de que aún aparecería alguno más.
Sus compañeros le llamaban. Ya nadie quedaba en pie en el campo, salvo él. ¿A qué esperaba? Era hora de volver...
Pero cómo explicarles que el enemigo que había causado las heridas no era el peor. Que el miedo era el agujero por el que penetraba la desesperación... Si, al menos, pudiera mantenerles en la esperanza... coger la mano de uno más de sus hombres antes de cerrar sus ojos con un "luego voy".

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miércoles, 4 de noviembre de 2015

Lucas 14, 25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mi no puede ser discípulo mio. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»

Un hombre entró en el mar. Era casi de noche.
Había perdido un tesoro,
pero su corazón le dijo que
en medio del mar
podría recuperarlo.
El hombre se detuvo.
Si nadaba mar adentro...
¿cómo podría sostenerse a flote
una vez le devolvieran su tesoro?
¿No volvería a perderlo
al no poder bracear
mientras lo sostenía en brazos?
Al no poder mantenerse a flote,
¿no perecerían
ahogados los dos?
...
Pero no había
otra forma de recuperarlo.
El hombre comenzó a nadar
hacia la oscuridad
y una vez ésta le rodeó por completo,
al alzar la vista vio su tesoro.
De nuevo, trató de pensar con rapidez
cómo podría hacer
para nadar a la vez que
lo mantenía en sus brazos...
Su mente y su corazón
flotaban jadeando en la noche
cuando, desde lo alto,
su tesoro le tendió la mano.
El hombre levantó la suya
y asió la del niño,
quien lo izó desde las negras aguas
devolviéndole al calor
y a la luz..

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martes, 3 de noviembre de 2015

Lucas 14, 15-24

En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: «¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!» 
Jesús le contestó: «Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: "Venid, que ya está preparado." Pero ellos se excusaron uno tras otro. El primero le dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor." Otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor." Otro dijo: "Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir." El criado volvió a contárselo al amo. Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: "Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos." El criado dijo: "Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio." Entonces el amo le dijo: "Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa." Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete.»


"¿Cuándo me invitaste a tu mesa? De haber sabido de tu invitación, no hubiera faltado..."
¿Le hace falta a un hijo que su madre le invite a sentarse a la mesa familiar?
"Pero ¿cómo iba a saber qué día acudir a tu puerta?"
Para ti no es necesaria una cita. A todas horas, todos los días, tienes la puerta abierta.
"Hubiera preferido quedar en un momento concreto para organizarme..."
...
Entiendo. Una nota en tu agenda. Una cita más. Un quehacer. Un... ¿compromiso?
"¡No! Pero sabes que todo el día corro de un lado a otro."
No te esfuerces. Tú no consideras mi casa tu hogar.
No finjas. Soy un contacto más. Una anotación. Algo pendiente... que en algún momento habrá que hacer.
Anda y ve a tachar cosas de tu lista interminable hasta que el que acabe seas tú.
Entonces buscarás mi dirección en tu bolsillo por no haberla guardado en el corazón.

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lunes, 2 de noviembre de 2015

Juan 14, 1-6

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.» 
Tomás le dice: «Señor, no sabemos adonde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Jesús le responde: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.»


Mirad a esa mujer. Mirad cómo espera al hijo y a los hijos de éste. En toda su vida no gozó de comodidades y ahora reparte con ellos lo poco que puede comprar. Seguidla. Ella es el camino.
Mirad a ese joven. Ved cómo se acerca hasta el hombre que vende libros viejos. "Me llevo éste, parece interesante." Seguidle. Él es el camino.
Mirad a ese niño que, en el patio, reparte su almuerzo con su amigo. También a él podremos seguirle. Porque él es el camino.
Cuando os sintáis perdidos, sólo mirad a vuestro alrededor. Por inhóspito que sea el sendero, encontraréis a quien seguir...
... Todos, aun si saberlo, caminan hacia mí.

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domingo, 1 de noviembre de 2015

Mateo 5, 1-12

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.» 

Una vez se dispersó el gentío, casi terminado el día, vimos a una joven que permanecía sentada sobre una piedra.
¿No te retiras? le pregunté. ¿Podemos ayudarte en algo?
"No. Es sólo que me estoy acordando de mi padre...
Le hubiera gustado estar aquí."
...
¿Murió hace mucho?
"No ha muerto, pero permanece atrapado. Es el centurión."

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