Jesús exclamó: "El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió.
Y el que me ve, ve al que me envió.
Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas.
Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo.
El
que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la
palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día.
Porque yo no hablé por mí mismo: el Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar;
y yo sé que su mandato es Vida eterna. Las palabras que digo, las digo como el Padre me lo ordenó".
"Si tú no nos juzgas... ¿Quién nos ha de juzgar al final?"
Siempre buscando de quién depender... buscando a un responsable de la decisión...
...
Mira... Junta tus manos. Forma un espacio cerrado en su interior.
Es un espacio oscuro.
Deja que, entre los dedos, entre un poco de luz.
Sepáralos un poco más. Más...
¿Qué ha sido de la oscuridad?
...
Pero éste es un mundo curioso. Cuanto más cierras las manos, es fuera de ellas donde caen las tinieblas.
Ábrelas
y la noche habrá desaparecido.
Tiéndelas
y te verás rodeado de luz.
Porque en tus manos, estás tú.
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