sábado, 25 de abril de 2015

Marcos 16, 15-20

Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación."
El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas;
podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán".
Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.
Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban. 


Cuando sentí sus manos sobre mi rostro supe que ya no quería ver más.
Hubiera hecho eterno aquel instante. Con el sol de la mañana posado en mi cara... el mundo se dispersó.
Protegido, salvado, aceptado, llamado, querido...
... sus manos sobre mi rostro mojado, limpio ahora de todo afán,
relajado, sereno, como un niño en el regazo de su madre... ya no necesitaba más...
Agua del río limpió mi cara y mi pasado, inundando de esperanza mis campos bajo la piel...
y ya no espero más cosecha que la que al final del camino me des si vuelves a posar las manos sobre mi rostro -ojos cerrados- mojadas ya con agua de mar.

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