domingo, 24 de mayo de 2015

Juan 15, 26-27. 16, 12-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: 
«Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. 
Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio. 
Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. 
Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. 
El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. 
Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: 'Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes'."


Juan, preguntaste quién me traicionaría...
"Sí. ¿Quién?"
El hombre egoísta. El hombre que mira sin ver. El hombre que olfatea el oro. El hombre con miedo al fracaso, a la inseguridad, al juicio ajeno, a levantarse para defender lo que su conciencia amordazada grita...
"De nosotros, ¿quién?"
Todos en algún momento, aunque hay uno que debe jugar un papel. Mas no le juzgues porque la ocasión le destaque. Todo hombre está en él.
No te quedes serio... ése es vuestro mérito.
Nadar contra la corriente que nace de parte de vuestro interior. Ése es el verdadero crisol que os hará resplandecer libres. De la lucha tenaz... paso por paso, es de donde nace el fulgor. Aunque a veces caigáis derrotados, volved a alzaros en pie.
Dejad que vuestro espíritu guíe. Y no dejéis de tener sed.

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