Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación."
El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas;
podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán".
Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.
Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.
El que crea y se bautice, se salvará.
"¿El día del juicio que está por venir?"
El día en que muera para la vida terrena. Para ese día, él se habrá salvado o condenado ya. Él habrá dictado su sentencia. De lo que haya hecho con su vida, responderá.
Ya habrá expulsado, o no, al demonio del egoísmo que atrae la materia hacia sí. Y habrá podido bañar su rostro con el agua de la pureza, necesaria para saber -aun en el mundo- distinguir a Dios.
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