sábado, 16 de mayo de 2015

Juan 16, 23b-28

Aquél día no me harán más preguntas. Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre.
Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta.
Les he dicho todo esto por medio de parábolas. Llega la hora en que ya no les hablaré por medio de parábolas, sino que les hablaré claramente del Padre.
Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre; y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes,
ya que él mismo los ama, porque ustedes me aman y han creído que yo vengo de Dios.
Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y voy al Padre". 


Juan... ¿a dónde va el amor?
El de unos padres, el de una amiga, el de un hijo... ¿Se diluye con el momento sin más?
"No. Vemos sus huellas en las personas. Vemos cómo se expande."
Sí, pero... el amor... ¿dónde va?
"Pedro, no lo sé. Pero esa corriente será la que nos lleve a la otra orilla. Es el hilo que nos une a la puerta de este laberinto... Es como el rayo, que nace de tu corazón y se eleva por un camino invisible hacia lo inmenso...
Creo que allí se dirige... Creo que de allí provendrá."

No hay comentarios:

Publicar un comentario