domingo, 10 de mayo de 2015

Juan 15, 9-17

Jesús dijo a sus discípulos:
«Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.»
Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado.
No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.»


"Ayer por la tarde nos acercamos al pozo y, junto a una puerta, vimos a una joven con un niño en brazos. Tendría un año, no más.
Charlábamos por el camino, pero Él se les quedo mirando. Se le veía, en los ojos, sonreir. El niño dormía profundamente, con el bracito colgando...  Y le preguntamos por qué se había detenido."
Estoy aquí para abriros los ojos, porque tenéis la respuesta entre vosotros y no la reconocéis...
Del universo es la joya más rara...
Mirad cómo brota... de los brazos entregados de la madre, que no le pide a la vida más...
Mirad cómo recorre al pequeño, le envuelve y le hace brillar...
Esta es vuestra misión. Recorred todos los caminos. Contadlo. Es el amor... ¡Iluminad!

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