lunes, 11 de mayo de 2015

Juan 15, 26-27.16,1-4a

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: 
«Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. 
Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio. 
Les he dicho esto para que no se escandalicen. 
Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios. 
Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí. 
Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho.»


Tantas cosas han sucedido desde entonces...
tantos miedos, tantas traiciones, tanto odio, tantos pasos de botas a nuestro alrededor... que ya no sé explicar cuándo comenzó todo. He perdido la noción del tiempo. Ya no me acuerdo de mi juventud.
Diría que llevo toda la vida corriendo, predicando en calles desiertas, frente a portales entreabiertos, junto a factorías que nunca paran... que, tal vez, ni escuchan mi voz...
"Recuerda, Él nos lo advirtió..."
Sí.
"¿Qué piensas?"
Que si mañana abandonara y volviese a casa... encontraría las mismas paredes que me vieron crecer y podría intentar vivir una vida como todos. Una vida tranquila...
"¿Te acuerdas?... la barca..."
...
¿Tienes noticias de los demás? Escuché que Pedro está en Roma...
Debemos dormir ahora. Mañana emprendemos viaje... Tenemos que descansar.
Pedro es ahora pared de mi casa. Y tú, y los demás. Hasta los que ya nos esperan junto a Él bajo el dintel. Tenemos mucho trabajo. Recuerda lo que dijo. "Iluminad".

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