miércoles, 30 de septiembre de 2015

Lucas 9, 57-62

En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»


"¿Qué habré de dejar? ¿A mi familia...?"
¿Y reducir a cenizas el corazón de tu esposa... de tus hijos... para velar por el de otros?
No... La batalla no sólo se libra fuera de tu casa. Ocúpate primero de defender el bastión que se te encomendó. De proteger los tesoros que se te regalaron... Arroja fuera el lastre y haceros fuertes en el amor.

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martes, 29 de septiembre de 2015

Lucas 9, 51-56

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?»
Él se volvió y les regañó y dijo: «No sabéis de que espíritu sois. Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos.»
Y se marcharon a otra aldea.


"¿Victoria?"
No... caímos en una trampa...
Estábamos dispuestos a dar la vida. Por Él, por su Verdad...
Mas, en nuestro afán, nos vimos atrapados por argumentos como el mal menor y por el sentido práctico, las necesidades de organización y la burocracia...
... y nos vimos conducidos a un páramo cubierto por la niebla en que apenas distinguíamos la luz del Sol...

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lunes, 28 de septiembre de 2015

Lucas 9, 46-50

En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante. 
Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: «El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante.»
Juan tomó la palabra y dijo: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir.»
Jesús le respondió: «No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro.»


¿Ahora... que ya todo lastre yacía en el suelo, os dedicáis a buscar piedras que poder agarrar?
¿Ahora que habíais abierto las manos... buscáis algo para llenarlas?
¿Cuando ya erais libres... os disputáis el grillete de la vanidad... la cadena de la soberbia y el poder?
Os hablo de ser pastores y soñáis con un rebaño en propiedad...
¿Cuánto tardaréis en consideraros dueños y amos del rebaño? ¿Cuánto en sacar de él beneficio y hacer eficiente su explotación?
... ¿Queda lejos el momento en que despeñéis a los que supongan un lastre...
a los que no produzcan lo que les exijáis?
...
¿No veis la mordedura?
¿No sentís el veneno?
¡Amputaros la mano en que la víbora os ha mordido!
... Desconfiad del camino del Yo...
pues está llenos de trampas...
Y buscad la vereda del Tú que, aunque empinada, os llevará directa al hogar.

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domingo, 27 de septiembre de 2015

marcos 9, 38-43.45.47-48)

En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo.»
Jesús replicó: «No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro. Os aseguro que el que os dé a beber un vaso de agua porque sois del Mesías no quedará sin recompensa. Al que sea ocasión de pecado para uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran del cuello una piedra de molino y lo echaran al mar. Y si tu mano es ocasión de pecado para ti, córtatela. Más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al fuego eterno que no se extingue. Y si tu pie es ocasión de pecado para ti, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida, que ser arrojado con los dos pies al fuego eterno. Y si tu ojo es ocasión de pecado para ti, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser arrojado con los dos ojos al fuego eterno, donde el gusano que roe no muere y el fuego no se extingue.»


¿A quién juzgas? Tú... que no eres juez.
"Pero conozco tu camino..."
¿Y mi camino te lleva a juzgar al que no lo conoce? ¿Por qué no le hablas con esperanza en la mirada antes que condenarle en silencio desde tu corazón?
¿Tan mal me recuerdas?
... ¿Pero qué te contaron de mí?
...
"Pero... somos tu pueblo..."
¿Un pueblo finito, numerus clausus...
enarbolando la bandera de la vida eterna y el infinito como confín?
Pero... ¿tan mal me recordáis?
... ¿Qué os contaron de mí?

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sábado, 26 de septiembre de 2015

Lucas 9, 43b-45

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: «Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres.»
Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.


Si vuestro ser hecho de tierra a manos de la tierra ha de volver,
¿a qué fuego irá vuestra llama? ¿Hacia qué sol fluirá vuestra luz?
Procurad, pues, que la llama recibida no se apague...
... pues no os iluminará el camino
hacia el futuro incendio de amor.

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viernes, 25 de septiembre de 2015

Lucas 9, 18-22

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» 
Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Pedro tomó la palabra y dijo: «El Mesías de Dios.»
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. 
Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»


Mira esta hoja. ¿Qué ves?
"Veo acero limpio... Brilla sereno. No se altera. Parece estar por encima de lo que ocurre a su alrededor..."
Y ¿cómo ha nacido?
"De ser golpeado por manos de hombre y martillo contra la mole del yunque. Una vez, diez, cien o mil..."
Era metal quebradizo...
"... ahora acero eterno."
Bien... sabed qué soy y qué podéis ser,
mas no olvidéis que una hoja sólo corta cuando está desnuda, sin vendas ni funda,
y que, en esta vida de misión, hay mucho hombre atado por nudos que debemos cortar.

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jueves, 24 de septiembre de 2015

Lucas 9, 7-9

En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?»
Y tenía ganas de ver a Jesús.


¿Quién le ha visto?
"Yo."
¿Y...? ¡Di algo! ¿Cómo es?
"Sin un grito, su voz se alza por toda judea.
Y en vez de exigir pleitesía, ofrece su vida a quien no le puede pagar..."
...
Permaneced atentos... sea quien sea, pronto habremos de segar esa espiga...
Antes de que su semilla toque el suelo.
... De germinar, frenarla será como tratar de parar el amanecer.

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miércoles, 23 de septiembre de 2015

Lucas 9, 1-6

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. 
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.» 
Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando el Evangelio y curando en todas partes.


Un paso. Le siguió otro.
Y le siguieron mil.
Un día. Luego otro.
Y la vida sigue fluyendo a mi alrededor.
Pensé que iba a morir cuando me alejé de mi techo.
Sentí vértigo... cuando partimos sin pan.
... Y la vida sigue fluyendo a mi alrededor.
¿De qué alimento surge mi semilla?
¿De qué calor nace el que yo procuro dar?
¿Hay mejor prueba de que sigues conmigo
y de que tu espíritu alimenta el mío
y el mío alimenta mi sangre, mis manos, mi voz..?
Casi te veo...
a veces creo tocarte...
Tras mil pasos...
Tras la vida...
-como al inicio-
sólo puedes estar tú.

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martes, 22 de septiembre de 2015

Lucas 8, 19-21

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces lo avisaron: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.»
Él les contestó: «Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra.»


"¿Hace cuánto abandonaste tu casa?"
No lo sé. Pero no me siento lejos de ella. Tal vez no la llegué a abandonar.
"¿Y no echas en falta a tus padres?"
Sí, pero no como un niño que se encontrara perdido o alejado durante un tiempo...
Los llevo conmigo y, esté donde esté, siento calor.
Además, cada día siento a un nuevo hermano. ¿Dónde termina mi hogar?

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lunes, 21 de septiembre de 2015

Mateo 9, 9-13

En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.»
Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»


Pasaba mi vida haciendo ganar dinero a otros.
Y, cuando llegó, ¡cómo deseaba que se fijara en mí!
Pasaba mi tiempo sentado. Sirviendo al orden, al dinero... cuidando mi posición.
Mas Él se detuvo a mi lado. "Vales más. Te necesito." Y me puse en pie.
...
Ahora... dedico mi vida a hacer que otros la ganen.
Cada vez que le escucho, me agacho, le tiendo una mano
y nos alzamos en pie.

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domingo, 20 de septiembre de 2015

Marcos 9, 30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»


Veréis, lo que nace de mujer y hombre se entregará. Entrégalo tú si no te lo arrebatan, pues, en cualquier caso, es sólo la caja que alberga el tesoro que de Dios proviene.
...
Pon en tu mortero orgullo, afán de protagonismo y de posesión y redúcelos a lo que son.
Encontrarás, entonces, que tus manos están vacías. Que tu mirada no tiene una pauta que seguir. Que las horas se vuelven flexibles. Que la distancia se desvanece al recordar tus palabras y volver a verte sonreír.

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sábado, 19 de septiembre de 2015

Lucas 8, 4-15

En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto al ciento por uno.»
Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Entonces le preguntaron los discípulos: «¿Qué significa esa parábola?»
Él les respondió: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando.»


Madre,
dame luz para ver en la oscuridad
y que, en la oscuridad, anhele tu abrazo.
Madre,
dame amor, para encontrar sentido al camino
y personas a quien amar
para que no se extravíe mi paso.
Madre,
sopla sobre el rescoldo de mi esperanza
y dame valor para vaciar mis manos.

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viernes, 18 de septiembre de 2015

Lucas 8, 1-3

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

Madre, he de ir en su busca.
Me han contado cómo es. Y qué dice.
"¿Para qué? Nada va a cambiar en el pueblo. Ya sabes lo que opinan de ti..."
¡Qué me importa la condena de éstos!... si ya me condeno yo cada día...
... Necesito que alguien me escuche sin una condena previa.
Necesito que, tras hacerlo, sólo coja mi mano...
¿Tanto pido?
Necesito decirle en voz baja...
... que quiero una vida distinta
... que quiero una vida.
Y dicen que él habla de resurrección.
...
Necesito volver a sentirme alegre con el nuevo día.
Necesito escuchar que vuelve a amanecer...

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jueves, 17 de septiembre de 2015

Lucas 7, 36-50

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. 
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: «Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.» 
Jesús tomó la palabra y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte.» 
Él respondió: «Dímelo, maestro.» 
Jesús le dijo: «Un prestamista tenía dos deudores; uno le debla quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?» 
Simón contestó: «Supongo que aquel a quien le perdonó más.» 
Jesús le dijo: «Has juzgado rectamente.» 
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama.» 
Y a ella le dijo: «Tus pecados están perdonados.»
Los demás convidados empezaron a decir entre sí: «¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?» 
Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz.»


"Ven. Acércate...
... ¿Qué te ha dicho?"
Que ahora puedo vivir en paz.
Que mi fe me ha salvado... ¡Mi fe!... Si no sé leer...
"Si dependiera del estudio poca fe sería... además, tus mismas entrañas deseaban que te limpiara...
No sé si fe... pero de ti mana a borbotones la esperanza...
... fe de los pobres... horizonte soñado del que ama.
"Luego... los invitados murmuraban que quién era, que quién se creía ser."
Verás, es simple. En su corazón ya estabas perdonada pues en él no cabe el juicio, sino el abrazo.
... Sólo te hacía falta
llorar.

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miércoles, 16 de septiembre de 2015

Lucas 7, 31-35

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: "Tocarnos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis." Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenla un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores." Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón.»

No hay amigos en casa del rico. Ni mi palabra en casa del juez.
En lugar de amigos, riquezas y en lugar de perdón, ley.
...
"No os preocupéis por cómo se os va a juzgar en casa del noble... pues lo sabéis.
Pero repetid también allí vuestra llamada... ¿Y si alguien la escuchara?
...
Para llenar nuestra barca de hombres y mujeres que nos tienden la mano. Para eso estamos aquí."

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martes, 15 de septiembre de 2015

Lucas 2, 33-35

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: "Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones."

Cuando todo parezca perdido y ya no recuerdes la luz, es que se acerca el amanecer.
Cuando tu alma esté sangrando, un campo de flores crecerá regada bajo tus pies.
Y cuando tus recuerdos acaben siempre acariciando mi nombre, cierra los ojos... porque estaré junto a ti.
Corazón fiel. Corazón abierto.
Ojos de madre, blanca paloma.

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lunes, 14 de septiembre de 2015

Juan 3, 13-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»

"¿Quién dices que soy?"
No soy quién para saberlo. Pero sí te puedo sentir...
Eres aroma a tierra húmeda en el desierto. Eres, para un ciego, el romper de las olas del mar.
Eres el relámpago...
aunque el trueno se haga toda una vida esperar.

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domingo, 13 de septiembre de 2015

marcos 8, 27-35

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus díscípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.»
Él les prohibió terminantemente decirselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad. 
Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»
Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»


Parte ahora, y ten en cuenta que seguirás en nuestro corazón.
"También os llevaré conmigo... pero antes de emprender el camino
dame un consejo. Dame una luz."
Defiende al indefenso por encima de la justicia del poderoso.
Y permanece alerta, porque el enemigo que te asedia por fuera
conoce bien las galerías que le llevan a tu interior.

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sábado, 12 de septiembre de 2015

Lucas 6, 43-49

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó y quedó hecha una gran ruina.»

"Yo sé qué es lo que debería pensar. Y así lo pienso.
Yo sé qué palabras deberían salir de mis labios. Y así las digo.
Y yo sé qué debería hacer, en consecuencia.
Pero para alcanzar esa meta el terreno ya no es tan llano.
Y me cuesta conquistar las cumbres donde florecen los actos."
...
Para mí, en cambio, la acción no supone dificultad. Aquí y allí están mis manos...
Mas mi corazón no va detrás. Soy héroe de profesión. Soy un santo ejecutivo...
... No doy sangre, sino tiempo... pues veo un reto, no a un hermano.

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viernes, 11 de septiembre de 2015

Lucas 6, 39-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.»

¿Aún en vela?... ¿Por qué? ¿Qué susurras?
"No estoy cansado... ya sabes que no me rige la oscuridad."
...
Caballero, ¿podría llevar yo el estandarte mañana?
"Sí. Ahí lo ves. Cuando partamos, tómalo."
...
No... bien pensado, pesa demasiado. Y portándolo no se puede combatir.
Debes ser muy fuerte para llevarlo... y defenderte se debe hacer imposible.
¿Cómo eres capaz tú, siquiera, de poderlo alzar?
"Acabas de verlo...
entrenando."
.
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jueves, 10 de septiembre de 2015

Lucas 6, 27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros.» 

Cuando llegue el final... ¿seremos juzgados?
"Juzgados... ¿por quién?
Cuando cada uno llegue a la orilla, ya habrá decantado su final. Y se fundirá con el fondo, del que no fue capaz de despegarse, o avanzará sobre las aguas del mar.
El apego a cada gramo de materia, a cada gramo de protagonismo, a cada gramo de seguridad personal... os pueden llevar, llegado el momento, a ser reclamados por el gran imán.
En cambio, si emprendéis el tránsito sin más bagaje que el amor recibido y os impulsan las alas del amor que quisisteis regalar... llegaréis hasta los brazos de aquéllos de quienes partió el amor que os ciñó la coraza de la alegría.
Las corrientes de amor no se extinguen...
y serán las que estiren de ti hacia al cielo cuando mar y tierra te quieran engullir."

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miércoles, 9 de septiembre de 2015

Lucas 6, 20-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»

Corren tiempos malos para seguirte...
Cada día es más duro decir que procuramos andar sobre tu huella.
Lejos quedan los años en que el poderoso estaba a nuestro lado
y alzaba nuestra bandera fundiendo la suya con la de Jesús...
...
"No te entiendo. ¿Qué bandera?
¿La bandera de Jesús?
¿Cuándo cogió Él una bandera?
¿Tiene color la compasión? ¿No salta sobre todo bando el amor?"
...
Pero... ¿No añoras los años de triunfo?
"¿Acaso vestir de armiño es triunfo para el pastor?
No te confundas... el buen vino nace en condiciones difíciles
igual que el amor brota de la entrega y ésta del desprendimiento.
Elegir no es seguir por inercia.
Construir el Reino no es vivir en palacio.
Nuestra vida es de infantes,
de tropa rasa que vive en la trinchera.
Como nuestra muerte será de caballeros
arrojados que cargan sin reflexionar
sobre el egoísmo y la injusticia.
Dormid, por fin, libres a la intemperie...
Habéis escapado de la trampa del poder.
Este es el momento del triunfo.
Vencerse es vencer."

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martes, 8 de septiembre de 2015

Mateo 1, 1-16. 18-23

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»


"¿Cómo aguantas las burlas?"
Sabiendo quién dice ella que soy.
"Eres José... todos te conocen."
No... Ella dice que me conoce.
Y, más que la burla, me da miedo no llegar a ser
como ella cree que soy.

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lunes, 7 de septiembre de 2015

Lucas 6, 6-11

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico: «Levántate y ponte ahí en medio.» Él se levantó y se quedó en pie.
Jesús les dijo: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?»
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.»
Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con
Jesús.


"Ven, aquí podrás descansar. No te encontrarán."
Gracias. Pero es cuestión de tiempo.
"Podrías huir...
¿Por qué te empeñas en romper sus pilares?"
Porque si los pilares se apoyan en la arena... casa y habitantes, todo... la arena se lo tragará.
...
¿Dónde está tu tesoro?
¿En el libro o la palabra?
¿En la medalla o el valor?
Además... yo no he venido a romper nada. Sólo quiero que no se pierda un hombre más por andar con los ojos llenos de tierra...
He venido a limpiar los ojos a todo el que anhela ver.

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domingo, 6 de septiembre de 2015

Marcos 7, 31-37

En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.»
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»


"¿Sabes lo que ha pasado?"
No...
¡Cuenta!
"La directora... Ya no es ella... Hasta ayer estaba ciega y sorda. Parecía que nadie existiera a su alrededor...
Pero ayer contaba que vio a un niño pequeño... con arena en los zapatos...
... y hoy ha vuelto distinta... con luz en la cara
y no para de sonreír..."
Qué raro...
"Sí...
... Dice que ha firmado una petición..."
...
Con su mano vacía tocó sus ojos. Y los abrió.
Con su boca, susurró un silencio en su oído que pudo entrar hasta su corazón. Y comenzó a escuchar.
Ella volvió a la vida.
Él, siendo un solo pan, al partirse revivió a más de mil.


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sábado, 5 de septiembre de 2015

Lucas 6, 1-5

Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. 
Unos fariseos les preguntaron: «¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?» 
Jesús les replicó: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros.» 
Y añadió: «El Hijo del hombre es señor del sábado.»

Al día siguiente, varias personas trataban de atravesar un muro que separaba el desierto de una vega fértil.
Y unos fariseos, viéndoles, les preguntaron: "¿Por qué saltáis sobre el muro y entráis en una tierra que no es de vuestra propiedad? ¿Acaso no sabéis del mandamiento no codiciarás cosa alguna de tu prójimo?"
Uno de ellos les replicó: "¿Qué prójimo... el que se apropia de lo creado? ¿Qué prójimo... el que se apropia del espíritu de lo escrito? ¿Qué prójimo... tal vez el que utiliza en su provecho el nombre de nuestro Padre?"
Ese hombre fue abatido.
Pero le siguieron mil...
... y aunque sólo hubiera sido uno...
la llegada de éste habría puesto en marcha el juicio sobre las cabezas de quienes habitamos el vergel.

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viernes, 4 de septiembre de 2015

Lucas 5, 33-39

En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber.»
Jesús les contestó: «¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán.»
Y añadió esta parábola: «Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo."»


... Y en este tiempo, nos habló así: "¿Habéis visto a ese niño de tres años abandonado por las olas en la orilla?
¡Rajad vuestros odres!... pues vuestro vino se ha podrido...
Y poneos en camino... porque una niña de tres años, aún abrazada a su madre, está a punto de hacerse a la mar."

Un policía observa el cadáver de uno de los menores fallecidos en la...

jueves, 3 de septiembre de 2015

Lucas 5, 1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»
Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. 
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.»
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.


Caballero... ¿Por qué abandonaste tu casa?
"Porque la batalla estaba aquí."
Pero... siendo ciego...
"Por eso."
Morirás...
"Sí. Yo moriré...
pero ¿de qué no se sentirán capaces nuestros compañeros cuando me vean, a su lado, avanzar?

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miércoles, 2 de septiembre de 2015

Lucas 4, 38-44

Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,38-44):

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles. Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando.
De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios.»
Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese.
Pero él les dijo: «También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado.»
Y predicaba en las sinagogas de Judea.

Pedro, te extraña que no quiera que se difunda...
"Sí. Es normal que ellos quieran gritar su curación."
Pero ¿qué veréis de mí entonces?
"Tu poder."
Mira... entonces sólo me escucharéis por eso. Veréis sólo mi luz.
¿Habré de estar para siempre con vosotros? ¿Habré de llevaros siempre como un pastor?
"Lo eres..."
Pedro... las polillas también saben seguir a una luz.
Vosotros debéis aprender que sois capaces no sólo de seguirla, sino de elegirla, ¡de generarla!
Obsérvame. Escucha. Reflexiona. Siente. Destílame en tu corazón...
Nada se ve mientras se está deslumbrado...
... como nada se ve cuando sólo emites luz.
Prueba esta noche antes de recogerte. Mira desde tu estancia hacia el exterior. Difícil ver algo...
Mas apaga tu vela. Quédate a oscuras. Comenzarás a distinguir la vida que vibra fuera de ti.
Apaga tu brillo. Y verás.

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martes, 1 de septiembre de 2015

Lucas 4, 31-37

En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. 
Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús le intimó: «¡Cierra la boca y sal!» 
El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño.
Todos comentaban estupefactos: «¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.» Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.


"Vengo buscando al hombre que expulsó a un demonio. ¿Aún está aquí?"
No. Pero ahí tienes al hombre al que liberó...
...
"¿Eras tú el poseído?"
Sí.
"¿Cómo te sientes?
Ligero... Ha visto dentro de mí.
¿Por qué no has marchado tras Él?"
Porque a mí ya me ha reconocido...
Ahora... sólo quiero sentarme y observar. Y escuchar... Y contarle a quien me pregunte que Él me ha bendecido para que le busquen también.

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