Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre
que tenía parálisis en el brazo derecho. Los escribas y los fariseos
estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué
acusarlo.
Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico:
«Levántate y ponte ahí en medio.» Él se levantó y se quedó en pie.
Jesús les dijo: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en
sábado, hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?»
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.»
Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.
"Ven, aquí podrás descansar. No te encontrarán."
Gracias. Pero es cuestión de tiempo.
"Podrías huir...
¿Por qué te empeñas en romper sus pilares?"
Porque si los pilares se apoyan en la arena... casa y habitantes, todo... la arena se lo tragará.
...
¿Dónde está tu tesoro?
¿En el libro o la palabra?
¿En la medalla o el valor?
Además... yo no he venido a romper nada. Sólo quiero que no se pierda un
hombre más por andar con los ojos llenos de tierra...
He venido a
limpiar los ojos a todo el que anhela ver.
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