jueves, 19 de marzo de 2015
Mateo 1, 16.18-21.24a.
Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.
Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados".
Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado.
"José, hijo mío... ¿qué vas a hacer?"
No lo sé padre.
...
Lo que ella me cuenta es imposible. Todo apunta a su traición.
La rabia me ahoga... mas, es extraño, no llega a inundar mi corazón.
Yo la conozco y tan imposible es lo que me dice como que me mienta...
De todos modos, ella asume que la repudie. Pero sé lo que le aguarda. Lo haré en secreto. La dejaré marchar lejos de mi vista y de nuestras amistades. En otro lugar podrá continuar...
Tal vez un día pueda entender... o perdonar. No me importa qué dirán...
Yo la conozco... mas no es posible su relato. Pero conozco a María...
El rencor que me asfixia se calla cuando la imagino acurrucada en la esquina de un cuarto.
Soy débil. No soy capaz de dejarla a su suerte. ¡Seré imbécil!
Mi cabeza me asegura "es imposible"... "¡Es imposible que mienta!" me grita llorando el corazón.
No puede caber en ella el engaño... Y no ha de caber en mí la traición.
Tal vez viva sin amor, pero no odiando. Viviré a ciegas, pero con su luz.
Y cuando muera, ojalá lleguemos a otra vida. No por vivir, sino por apartar el velo y comprobar que María tiene razón. Ya después, viva o muera no tendrá importancia... pues me estallará el alma por haber sido, con los ojos tapados, fiel a su amor.
¿Cómo decirle a todos que yo la necesito?
¿Cómo contarles que siento que ella es puerta y crisol?
¿Cómo explicarles que me siento extraño... vivo, libre, salvado..?
¡¿De dónde llega esta alegría?!
¡Ahora entiendo sus palabras de tantas veces!
"Primero, José, esperanza. Desprendimiento, a continuación. Y, una vez tengas el corazón libre, entrégalo..."
Mas para mí, sobre todo, está el gozo del sendero en primavera caminado bajo su sol.
...
"Pero José, hijo, ¿no habías decidido repudiarla? ¿Por qué sonríes..?"
No, padre. Tengo que encontrarla... Me voy.
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