miércoles, 4 de marzo de 2015

Mateo 20, 17-28

Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo:
"Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte
y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará".
Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo.
"¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda".
"No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron.
"Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre".
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.
Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;
y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo:
como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud". 


"¿Cómo podremos guiar al resto?"
Os responderé preguntando. ¿Por qué veis conmigo?
"Porque te queremos". "Y porque tú nos quieres."
Me queréis porque no quiero que me deis y os doy yo lo que tengo.
Me queréis porque no quiero que me sigáis. Sólo os digo qué camino tomaré.
Y me queréis porque sois libres y, si dejáis de amarme, yo aún os querré.
Sed madres antes que líderes.
Sed niños, antes que maestros.
Acoged con la sonrisa, despedid con un abrazo.
Sed tenaces en vuestro camino y vivid caminando. Pero no midáis la distancia recorrida. Tampoco lo cosechado. La alegría no tiene medida. Simplemente, entregaros.

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