Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.
Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,
y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.
En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.
"¿No te cansas?"
Son días intensos.
Del beneficio que sus manos y ojos pueden comprobar no dudan. Porque, aunque les parezca imposible la curación, saben que la cura será concreta.
No vacilan, recorren kilómetros, pues el fruto esperan poder disfrutar. No les importa lo inverosímil de las historias que oyen sobre nosotros porque poco arriesgan y el resultado lo pueden llegar a palpar...
Días intensos... ¡Llega tanta gente a nuestra puerta! Pero más noto su cansancio y veo el dolor que no puede verse en la piel... La carga que les puede anclar a la muerte.
Por el momento, aliviemos de sus cuerpos el dolor. Ya llegará el momento del despertar.
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