Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Cuando el sacerdote dijo "Daros la paz" se produjo el habitual pequeño revuelo de cada domingo.
...
Había sido una mañana difícil. Como otras. Una más. Teléfono en vez de hacer los deberes... y no sé qué tontería a la hora de elegir la ropa... Bronca con la mayor, lloros de la pequeña. Si pudieran ser las cosas un poco más fáciles... Si pudiéramos tener una mañana tranquila, cumpliendo cada uno con su obligación... sin más, pensaba...
A diestra y siniestra se ofrecía la mano, se ofrecía una mejilla... pero ella sólo pudo ver, ensordeciendo sus pensamientos, cómo sus dos hijas giraron de inmediato la vista hacia ella, buscándola con los ojos, y se acercaron corriendo para darle a ella -sólo a ella- un beso que, silencioso, hizo que el cielo inmenso cupiera en aquella mañana en aquel lugar.
sábado, 31 de octubre de 2015
viernes, 30 de octubre de 2015
Lucas 14, 1-6
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los maestros de la Ley y fariseos, preguntó: «¿Es lícito curar los sábados, o no?»
Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió.
Y a ellos les dijo: «Si a uno de vosotros se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?»
Y se quedaron sin respuesta.
Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió.
Y a ellos les dijo: «Si a uno de vosotros se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?»
Y se quedaron sin respuesta.
Amad a Dios.
¿Dónde dice "ama el sábado"?
Amad a vuestro hermano.
¿Dónde reza "pero al sábado más"?
¿Tanto os tapa la vista el libro
que no podéis ver más allá?
Salid a la calle,
revolved vuestra casa,
pero buscad...
Buscad el amor
y él os encontrará.
¿Dónde dice "ama el sábado"?
Amad a vuestro hermano.
¿Dónde reza "pero al sábado más"?
¿Tanto os tapa la vista el libro
que no podéis ver más allá?
Salid a la calle,
revolved vuestra casa,
pero buscad...
Buscad el amor
y él os encontrará.
jueves, 29 de octubre de 2015
Lucas 13, 31-35
En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: «Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.»
Él contestó: «ld a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término." Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor."»
"Debes marcharte."
¿Quién lo ordena?
"El que tiene el poder para decidirlo."
...
¿No tenéis el valor de decirme vosotros que deseáis mi desaparición?
¿No os atrevéis a decirme que ensucio vuestras calles... que estorbo en vuestro decorado festivo?
Estáis secos...
¿Habéis perdido el recuerdo de dónde nace la verdadera alegría?
Ya no corre por vuestras venas la savia de la misericordia...
¿Dónde está, siquiera, vuestra sed de justicia?
¿Ya habéis sepultado vuestro último anhelo de juventud?
...
Y decidle a quien tiene ese poder que sé que él maneja el resorte para matarme, pero vosotros le habéis traído el ataúd.
Hipócritas... ya sólo sois polvo. ¿O alguno de vosotros aún echa de menos la luz?
Él contestó: «ld a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término." Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor."»
"Debes marcharte."
¿Quién lo ordena?
"El que tiene el poder para decidirlo."
...
¿No tenéis el valor de decirme vosotros que deseáis mi desaparición?
¿No os atrevéis a decirme que ensucio vuestras calles... que estorbo en vuestro decorado festivo?
Estáis secos...
¿Habéis perdido el recuerdo de dónde nace la verdadera alegría?
Ya no corre por vuestras venas la savia de la misericordia...
¿Dónde está, siquiera, vuestra sed de justicia?
¿Ya habéis sepultado vuestro último anhelo de juventud?
...
Y decidle a quien tiene ese poder que sé que él maneja el resorte para matarme, pero vosotros le habéis traído el ataúd.
Hipócritas... ya sólo sois polvo. ¿O alguno de vosotros aún echa de menos la luz?
miércoles, 28 de octubre de 2015
Lucas 6, 12-19
En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
He oído que ha escogido a doce. Que serán los doce de su confianza...
... Nosotros llevamos siguiendo sus pasos desde los primeros días.
¿Por qué no hemos sido escogidos? ¿Por qué ellos sí?
...
"Tal vez se necesite para la tarea ser más libre."
¡Libre! ¿De qué? ¡Todo lo dejamos atrás para seguirle!
"¡Elige tú seguirle y serás un elegido!
Pero cuídate de creerte con derecho a ser seguido...
porque no habrás hecho más que poner una bomba de relojería
en tu corazón."
He oído que ha escogido a doce. Que serán los doce de su confianza...
... Nosotros llevamos siguiendo sus pasos desde los primeros días.
¿Por qué no hemos sido escogidos? ¿Por qué ellos sí?
...
"Tal vez se necesite para la tarea ser más libre."
¡Libre! ¿De qué? ¡Todo lo dejamos atrás para seguirle!
"¡Elige tú seguirle y serás un elegido!
Pero cuídate de creerte con derecho a ser seguido...
porque no habrás hecho más que poner una bomba de relojería
en tu corazón."
martes, 27 de octubre de 2015
Lucas 13, 18-21
En aquel tiempo, decía Jesús: «¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas.»
Y añadió: «¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.»
Un hombre buscaba un tesoro.
Años llevaba en camino,
mas no dejaba de buscar.
No parecía inquieto
ni preocupado.
No parecía molesto pese
a que parecía nada encontrar.
Uno de sus vecinos le preguntó
si el tesoro que decía buscar
era pesado. Y él le respondió "No".
Otros, también deseosos de ayudarle,
querían saber si era grande,
si estaba guardado en un cofre,
si estaba compuesto por oro
y piedras de valor...
"No", respondió.
Sonrió y siguió buscando.
Al cabo de un tiempo,
uno de sus vecinos no pudo
aguantar y le espetó: ¿Para qué lo buscas?
Si, por lo que describes, no puede tener valor...
Has pasado tu vida buscando... ¿Por qué?
"Porque cada paso que doy
estoy más cerca de hallarlo
y hasta la misma búsqueda es ya,
para mí, un premio...
pues poco me pesan otras cadenas
y poco me ciegan otras ambiciones."
Definitivamente, eres un loco, no te entendemos...
"Pues si supierais hacia dónde me dirijo..."
¿Hacia dónde?
"Hacia el sitio sin lugar."
Y añadió: «¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.»
Un hombre buscaba un tesoro.
Años llevaba en camino,
mas no dejaba de buscar.
No parecía inquieto
ni preocupado.
No parecía molesto pese
a que parecía nada encontrar.
Uno de sus vecinos le preguntó
si el tesoro que decía buscar
era pesado. Y él le respondió "No".
Otros, también deseosos de ayudarle,
querían saber si era grande,
si estaba guardado en un cofre,
si estaba compuesto por oro
y piedras de valor...
"No", respondió.
Sonrió y siguió buscando.
Al cabo de un tiempo,
uno de sus vecinos no pudo
aguantar y le espetó: ¿Para qué lo buscas?
Si, por lo que describes, no puede tener valor...
Has pasado tu vida buscando... ¿Por qué?
"Porque cada paso que doy
estoy más cerca de hallarlo
y hasta la misma búsqueda es ya,
para mí, un premio...
pues poco me pesan otras cadenas
y poco me ciegan otras ambiciones."
Definitivamente, eres un loco, no te entendemos...
"Pues si supierais hacia dónde me dirijo..."
¿Hacia dónde?
"Hacia el sitio sin lugar."
lunes, 26 de octubre de 2015
Lucas 13, 10-17
Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar.
Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: «Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.»
Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: «Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?»
A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.
¿Querrías que hoy curase a tu hijo?
¿Querrías que hoy te escuchara a ti?
¿Y si tu último día fuera un sábado?...
¿Esperas que te reciba cuando vengas a mí?
...
No dejes que la métrica ahogue a los versos libres...
No cronometres las caricias de una madre...
Deja que llueva sobre estas frentes resecas
y no seas tú quien le quite el vaso al último de la fila,
que por más pequeño no ha de tener menos sed.
Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: «Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.»
Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: «Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?»
A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.
¿Querrías que hoy curase a tu hijo?
¿Querrías que hoy te escuchara a ti?
¿Y si tu último día fuera un sábado?...
¿Esperas que te reciba cuando vengas a mí?
...
No dejes que la métrica ahogue a los versos libres...
No cronometres las caricias de una madre...
Deja que llueva sobre estas frentes resecas
y no seas tú quien le quite el vaso al último de la fila,
que por más pequeño no ha de tener menos sed.
domingo, 25 de octubre de 2015
Marcos 10, 46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.»
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo.»
Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?»
El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.»
Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.» Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
"Dinos...
¿Qué sentiste?"
No sé... tal vez... tuve la sensación de abrir una ventana al día que ya reinaba fuera... de abrir la puerta a un huracán...
Antes de que yo viera la luz, la luz ya me había anegado.
Antes de que yo pudiera decir maestro, Él ya me había mostrado por dónde pasar.
...
Yo le deseé, le anhelé. Y Él lo notó...
Yo le llamé... Y él me escuchó.
Sentí que recibía una muestra, un anticipo...
Y me adelantó
... lo que me está esperando al final.
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo.»
Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?»
El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.»
Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.» Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
"Dinos...
¿Qué sentiste?"
No sé... tal vez... tuve la sensación de abrir una ventana al día que ya reinaba fuera... de abrir la puerta a un huracán...
Antes de que yo viera la luz, la luz ya me había anegado.
Antes de que yo pudiera decir maestro, Él ya me había mostrado por dónde pasar.
...
Yo le deseé, le anhelé. Y Él lo notó...
Yo le llamé... Y él me escuchó.
Sentí que recibía una muestra, un anticipo...
Y me adelantó
... lo que me está esperando al final.
sábado, 24 de octubre de 2015
Lucas 13, 1-9
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,1-9):
En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»
Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas."»
"¿Quién ha muerto?"
Un joven de la aldea. No llevaba buena vida... malas compañías.
Dios le ha castigado por impío...
"¿Castigado? ¿Dios?"
Sí... o es que estaba escrito... tenía que acabar así... muriendo joven. Nadie escapa a su destino.
"Perdonad... Entonces ¿ha sido un castigo o algo escrito desde tiempo inmemorial?"
Puede que todo...
"Pero, ¿qué le ocurrió?"
Resbaló. Estaba en un andamio.
...
Veréis, Dios no le ha juzgado. Había llovido, el andamio estaba mojado...
Una cadena de causas, de efectos y, en medio, él.
"Entonces... ¿Dios no juzga?"
No. Dios acoge, pero día a día, te juzgas tú.
Con tu entorno, tus circunstancias, las personas que te rodean, los hechos que acontecen traídos a menudo por causas lejanas...
con tu realidad, a cada paso, ¿qué eres capaz de construir?
con el amor que recibes, día tras día, ¿vas a ser capaz de multiplicarlo... o vas a dejarlo secar?
En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»
Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas."»
"¿Quién ha muerto?"
Un joven de la aldea. No llevaba buena vida... malas compañías.
Dios le ha castigado por impío...
"¿Castigado? ¿Dios?"
Sí... o es que estaba escrito... tenía que acabar así... muriendo joven. Nadie escapa a su destino.
"Perdonad... Entonces ¿ha sido un castigo o algo escrito desde tiempo inmemorial?"
Puede que todo...
"Pero, ¿qué le ocurrió?"
Resbaló. Estaba en un andamio.
...
Veréis, Dios no le ha juzgado. Había llovido, el andamio estaba mojado...
Una cadena de causas, de efectos y, en medio, él.
"Entonces... ¿Dios no juzga?"
No. Dios acoge, pero día a día, te juzgas tú.
Con tu entorno, tus circunstancias, las personas que te rodean, los hechos que acontecen traídos a menudo por causas lejanas...
con tu realidad, a cada paso, ¿qué eres capaz de construir?
con el amor que recibes, día tras día, ¿vas a ser capaz de multiplicarlo... o vas a dejarlo secar?
viernes, 23 de octubre de 2015
Lucas 12, 54-59
En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo.»
La aurora del último día de todo, será fría... pero yo estaré dormido.
El último amanecer del último día de todo correré hacia el trabajo, pero no tendré ya prisa.
La última mañana de todo, no la dedicaré a besar a mi esposa ni a acariciar las manos, el rostro, de mis hijas... porque nadie me dijo que esa mañana el mundo entero se me iba a morir.
Si, al menos, esa última mañana fuera la primera de una vida con ellas para siempre...
La aurora del último día de todo, será fría... pero yo estaré dormido.
El último amanecer del último día de todo correré hacia el trabajo, pero no tendré ya prisa.
La última mañana de todo, no la dedicaré a besar a mi esposa ni a acariciar las manos, el rostro, de mis hijas... porque nadie me dijo que esa mañana el mundo entero se me iba a morir.
Si, al menos, esa última mañana fuera la primera de una vida con ellas para siempre...
jueves, 22 de octubre de 2015
Lucas 12, 49-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla.¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»
"Ya he hablado con el médico...
¿Tienes miedo?"
No.
"Pero estás inquieto..."
¿Crees que he sido una buena persona?
"Sí...
... Papá... ¿Qué te ocurre?..."
"No puedo no estar."
¿Dónde? ¿A qué te refieres?
"Debo encontrar la puerta... No puedo faltar..."
¿Faltar a qué?
El día en que tú pases... yo te estaré esperando en el quicio.
Tú no temas... que yo estaré allí.
"Ya he hablado con el médico...
¿Tienes miedo?"
No.
"Pero estás inquieto..."
¿Crees que he sido una buena persona?
"Sí...
... Papá... ¿Qué te ocurre?..."
"No puedo no estar."
¿Dónde? ¿A qué te refieres?
"Debo encontrar la puerta... No puedo faltar..."
¿Faltar a qué?
El día en que tú pases... yo te estaré esperando en el quicio.
Tú no temas... que yo estaré allí.
miércoles, 21 de octubre de 2015
Lucas 12, 39-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»
Pedro le preguntó: «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?»
El Señor le respondió: «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»
"Mi familia siempre fue humilde. Nunca tuvimos de más. Y yo... siempre fui pobre...
Me vi obligado a dejar el colegio para ponerme a trabajar...
¡Qué se me puede exigir!"
Con poca riqueza partiste... ¡mas espera!
En tu infancia, en tu juventud... ahora...
¿Has recibido amor en tu vida? Tu familia... tus amigos... de tu esposa y tus hijos...
"Mucho..."
Pues en proporción serás medido.
Si se hace con las riquezas... ¡qué no se hará con el tesoro mayor!
Pedro le preguntó: «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?»
El Señor le respondió: «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»
"Mi familia siempre fue humilde. Nunca tuvimos de más. Y yo... siempre fui pobre...
Me vi obligado a dejar el colegio para ponerme a trabajar...
¡Qué se me puede exigir!"
Con poca riqueza partiste... ¡mas espera!
En tu infancia, en tu juventud... ahora...
¿Has recibido amor en tu vida? Tu familia... tus amigos... de tu esposa y tus hijos...
"Mucho..."
Pues en proporción serás medido.
Si se hace con las riquezas... ¡qué no se hará con el tesoro mayor!
martes, 20 de octubre de 2015
Lucas 12, 35-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.»
"Guardaré algo para el camino..."
¿Para qué?
"Para el camino... Guardaré algo por si se nos presenta algún momento de dificultad."
Mira a aquella mujer... ¿Qué ves?
"Una anciana pobre..."
Pues nuestro camino pasa por ella...
... Seamos valientes. Nosotros algo encontraremos... Algo nos darán.
"Pero pueden venir días difíciles..."
... Lo sé... pero éste es
tu momento de dificultad.
"Guardaré algo para el camino..."
¿Para qué?
"Para el camino... Guardaré algo por si se nos presenta algún momento de dificultad."
Mira a aquella mujer... ¿Qué ves?
"Una anciana pobre..."
Pues nuestro camino pasa por ella...
... Seamos valientes. Nosotros algo encontraremos... Algo nos darán.
"Pero pueden venir días difíciles..."
... Lo sé... pero éste es
tu momento de dificultad.
lunes, 19 de octubre de 2015
Lucas 12, 13-21
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.»
Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?»
Y dijo a la gente: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.»
Y les propuso una parábola: «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.»
"Hijo, ¿aún estás con él?"
Sí...
"Es absurdo...
¿Pero qué le ves?
¿Para qué ha venido?
Evita intervenir cuando hay que juzgar a una mujer adúltera... No se pronuncia en materia de propiedad...
¿Con quién está? ¿Qué política defiende ése que llamas maestro?
¿Qué modelo de sociedad?
¿Cómo organizaría nuestro presupuesto? ¿Cómo calcularía el número de refugiados que podemos aceptar?
¿Sabe siquiera cómo va a organizar su grupo?... ¿Y, si falta, qué jerarquía lo organizará?"
...
Él... ha venido para enseñarnos...
"¿El qué? ¿Qué os va a enseñar un pueblerino? ¿Qué pretende descubrir? Seguís a un pobre iluso... a un tonto iluminado. ¡A un charlatán que va de bueno...! A un patán."
...
¿Por qué le odias así?
¿Tal vez porque, aun siendo mi padre, no te llamo a ti maestro?
¿Tal vez porque, aunque te quiero, mucho de lo que veo no me interesa o no lo quiero aprender?
¿Tal vez...
porque tus palabras siempre se pueden traducir a números... y Él habla de lo que da un sentido a vivir...?
¿Porque juzgas con rapidez sólo porque estás en posición de juzgar?
¿Porque te interesa llevarte bien con los sacerdotes?
¿Porque Él no predica, da ejemplo?
¿Porque estamos volando sobre vosotros sin descender a un terreno en que nos podáis embaucar?
...
Padre... deja que te cuente lo que habló a la gente esta mañana.
"¡No! Antes deberías tú decirle que venga a hablar con nosotros... que no sea tonto. Le podemos salvar la cara y él puede tener un papel importante... la gente quiere rostros nuevos en la organización."
...
No le conoces...
Él no es un rostro.
Es quien nos está enseñando el camino para...
"¡Calla!"
... que vuestra mortaja no sea el final.
Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?»
Y dijo a la gente: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.»
Y les propuso una parábola: «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.»
"Hijo, ¿aún estás con él?"
Sí...
"Es absurdo...
¿Pero qué le ves?
¿Para qué ha venido?
Evita intervenir cuando hay que juzgar a una mujer adúltera... No se pronuncia en materia de propiedad...
¿Con quién está? ¿Qué política defiende ése que llamas maestro?
¿Qué modelo de sociedad?
¿Cómo organizaría nuestro presupuesto? ¿Cómo calcularía el número de refugiados que podemos aceptar?
¿Sabe siquiera cómo va a organizar su grupo?... ¿Y, si falta, qué jerarquía lo organizará?"
...
Él... ha venido para enseñarnos...
"¿El qué? ¿Qué os va a enseñar un pueblerino? ¿Qué pretende descubrir? Seguís a un pobre iluso... a un tonto iluminado. ¡A un charlatán que va de bueno...! A un patán."
...
¿Por qué le odias así?
¿Tal vez porque, aun siendo mi padre, no te llamo a ti maestro?
¿Tal vez porque, aunque te quiero, mucho de lo que veo no me interesa o no lo quiero aprender?
¿Tal vez...
porque tus palabras siempre se pueden traducir a números... y Él habla de lo que da un sentido a vivir...?
¿Porque juzgas con rapidez sólo porque estás en posición de juzgar?
¿Porque te interesa llevarte bien con los sacerdotes?
¿Porque Él no predica, da ejemplo?
¿Porque estamos volando sobre vosotros sin descender a un terreno en que nos podáis embaucar?
...
Padre... deja que te cuente lo que habló a la gente esta mañana.
"¡No! Antes deberías tú decirle que venga a hablar con nosotros... que no sea tonto. Le podemos salvar la cara y él puede tener un papel importante... la gente quiere rostros nuevos en la organización."
...
No le conoces...
Él no es un rostro.
Es quien nos está enseñando el camino para...
"¡Calla!"
... que vuestra mortaja no sea el final.
domingo, 18 de octubre de 2015
Marcos 10, 35-45
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.»
Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?»
Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»
Contestaron: «Lo somos.»
Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.» Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»
"No lo entiendo. ¿No habías venido a salvarnos?
¿Por qué te vas a dejar matar?"
Porque no me matarán. ¿Recuerdas aquella tarde junto al mar?
Van a a hacer que mi pan cale hasta el último de vosotros. Y vosotros me llevéis hasta el último confín.
"Pero nosotros ya te queremos... y llevaremos tus enseñanzas hasta donde quieras...
No hace falta que mueras."
Pero es que es ésa la enseñanza última. El fruto ha de caer para que su semilla germine. Y no sólo al final... sino cada día.
Renuncia... y tendrás,
Dividiéndote, multiplicarás.
...
Y mira... es necesario que me veas recorrer todo el camino. Todo. Hasta que vuelva a vivir.
Así, sabrás que si lo sigues, aunque lo recorras a oscuras, también te espera la luz.
Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?»
Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»
Contestaron: «Lo somos.»
Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.» Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»
"No lo entiendo. ¿No habías venido a salvarnos?
¿Por qué te vas a dejar matar?"
Porque no me matarán. ¿Recuerdas aquella tarde junto al mar?
Van a a hacer que mi pan cale hasta el último de vosotros. Y vosotros me llevéis hasta el último confín.
"Pero nosotros ya te queremos... y llevaremos tus enseñanzas hasta donde quieras...
No hace falta que mueras."
Pero es que es ésa la enseñanza última. El fruto ha de caer para que su semilla germine. Y no sólo al final... sino cada día.
Renuncia... y tendrás,
Dividiéndote, multiplicarás.
...
Y mira... es necesario que me veas recorrer todo el camino. Todo. Hasta que vuelva a vivir.
Así, sabrás que si lo sigues, aunque lo recorras a oscuras, también te espera la luz.
sábado, 17 de octubre de 2015
Lucas 12, 8-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de Dios. Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará. Cuando os conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir.»
No rechaces a un hombre por el color de su piel. Tampoco a una mujer por el nombre con el que conoce a Dios. No desprecies siquiera a quien declara no creer que existe un mañana... Pues cualquiera de ellos puede ser tu aliado en la batalla final.
Ese día, se abandonarán en tierra estandartes. Al suelo los escudos caerán. Y cada uno de nosotros sabrá en qué bando está. Y no habrá cuartel. Y no habrá más que un solo vencedor.
¿Serás de los que permanezcan erguidos cuando se pase a cuchillo a todo el que se niegue a vender al Amor?
No rechaces a un hombre por el color de su piel. Tampoco a una mujer por el nombre con el que conoce a Dios. No desprecies siquiera a quien declara no creer que existe un mañana... Pues cualquiera de ellos puede ser tu aliado en la batalla final.
Ese día, se abandonarán en tierra estandartes. Al suelo los escudos caerán. Y cada uno de nosotros sabrá en qué bando está. Y no habrá cuartel. Y no habrá más que un solo vencedor.
¿Serás de los que permanezcan erguidos cuando se pase a cuchillo a todo el que se niegue a vender al Amor?
viernes, 16 de octubre de 2015
Lucas 12, 1-7
En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros.
Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»
"¿Duermes?"
No... Dime.
"¿Qué vale más, un sentimiento o lo que sale de mi boca?"
...
Depende de para quién...
"No entiendo..."
Si me preguntas qué es de más utilidad a un hermano, nuestra intención o nuestra palabra... te diré que la segunda, que viaja más allá de la frontera de tu piel. Y mayor aún será el valor de una acción que tienda la mano al necesitado...
Mas si hablamos de ti... o de mí...
ten en cuenta que en el momento en que todo haya de volver a su origen se mirará a los cimientos sobre los que hayamos edificado a base de palabras y hechos.
Y esos cimientos
están en nuestro corazón.
Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»
"¿Duermes?"
No... Dime.
"¿Qué vale más, un sentimiento o lo que sale de mi boca?"
...
Depende de para quién...
"No entiendo..."
Si me preguntas qué es de más utilidad a un hermano, nuestra intención o nuestra palabra... te diré que la segunda, que viaja más allá de la frontera de tu piel. Y mayor aún será el valor de una acción que tienda la mano al necesitado...
Mas si hablamos de ti... o de mí...
ten en cuenta que en el momento en que todo haya de volver a su origen se mirará a los cimientos sobre los que hayamos edificado a base de palabras y hechos.
Y esos cimientos
están en nuestro corazón.
jueves, 15 de octubre de 2015
Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Un hombre llegó a un punto en que el camino se bifurcaba.
No sabía a qué lugar conducían los dos senderos y nada le hacía suponer que uno le fuera a conducir a mejor fortuna que el otro.
Detenido, su rostro se encogió. Ni una señal... ni una indicación... Nada.
El hombre se sentó. Le angustiaba la posibilidad de no acertar. No dominar la decisión por desconocer lo que se ocultaba tras ambas opciones. Le atormentaba pensar qué podía perder en caso de escoger uno u otro ramal.
...
Mientras trataba de decidir en base a criterios diversos, una mujer llegó hasta donde él estaba, le saludó con una sonrisa y continuó caminando.
...
El hombre, admirado, vio claro que aquella mujer sabía a dónde se dirigía... Y, teniéndola todavía a la vista, gritó: "¡Disculpe!" La mujer se detuvo y se giró. "¿A dónde conduce ese camino?"
La mujer respondió: ¡No lo sé!
"Entonces... ¿Por qué ha escogido sin dudar un camino... si no sabe a dónde le llevan?"
¡Por eso. Porque no lo sé!
...
El hombre, tiempo después, aún soñaba de vez en cuando con la sonrisa en el rostro de aquella mujer...
Y siempre dudó si esa sonrisa se debía a lo que esperaba encontrar o era algo más...
tal vez la llave misma que, escogiera el camino que escogiera, iba a llevarle a algún maravilloso lugar.
Un hombre llegó a un punto en que el camino se bifurcaba.
No sabía a qué lugar conducían los dos senderos y nada le hacía suponer que uno le fuera a conducir a mejor fortuna que el otro.
Detenido, su rostro se encogió. Ni una señal... ni una indicación... Nada.
El hombre se sentó. Le angustiaba la posibilidad de no acertar. No dominar la decisión por desconocer lo que se ocultaba tras ambas opciones. Le atormentaba pensar qué podía perder en caso de escoger uno u otro ramal.
...
Mientras trataba de decidir en base a criterios diversos, una mujer llegó hasta donde él estaba, le saludó con una sonrisa y continuó caminando.
...
El hombre, admirado, vio claro que aquella mujer sabía a dónde se dirigía... Y, teniéndola todavía a la vista, gritó: "¡Disculpe!" La mujer se detuvo y se giró. "¿A dónde conduce ese camino?"
La mujer respondió: ¡No lo sé!
"Entonces... ¿Por qué ha escogido sin dudar un camino... si no sabe a dónde le llevan?"
¡Por eso. Porque no lo sé!
...
El hombre, tiempo después, aún soñaba de vez en cuando con la sonrisa en el rostro de aquella mujer...
Y siempre dudó si esa sonrisa se debía a lo que esperaba encontrar o era algo más...
tal vez la llave misma que, escogiera el camino que escogiera, iba a llevarle a algún maravilloso lugar.
miércoles, 14 de octubre de 2015
Lucas 11, 42-46
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!»
Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.»
Jesús replicó: «¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!»
Nada separa la tierra que pisan
de tus pies.
Tampoco el polvo del camino
del que cubre tu corazón.
Si toda tu huella queda impresa en el sendero,
si todo tu rastro queda dentro de ti...
nada podrá despegarse del suelo
cuando te llegue el momento
de alzar la vista y querer volar.
...
Deja tu huella en el mañana
y que tu sal se diluya en el mar,
tu legado viaje en una botella
y tu palabra sea llevada por el viento
más allá del horizonte que tus ojos pueden ver.
...
No tendrás más recompensa que la Vida.
Ni más premio que haber sido libre
al vivir.
Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.»
Jesús replicó: «¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!»
Nada separa la tierra que pisan
de tus pies.
Tampoco el polvo del camino
del que cubre tu corazón.
Si toda tu huella queda impresa en el sendero,
si todo tu rastro queda dentro de ti...
nada podrá despegarse del suelo
cuando te llegue el momento
de alzar la vista y querer volar.
...
Deja tu huella en el mañana
y que tu sal se diluya en el mar,
tu legado viaje en una botella
y tu palabra sea llevada por el viento
más allá del horizonte que tus ojos pueden ver.
...
No tendrás más recompensa que la Vida.
Ni más premio que haber sido libre
al vivir.
martes, 13 de octubre de 2015
Lucas 11, 37-41
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Él entró y se puso a la mesa.
Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: «Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades. ¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo.»
"¿Qué he de hacer para juzgar con rectitud?"
Dos cosas.
En primer lugar, tratar de ser recto.
"¿Y... una vez lo sea?"
Cuando te consideres recto, reflexionar...
Pues si así te consideras, es que aún hay algo que te separa de la rectitud.
...
¿Y lo segundo que he de hacer?
Tratar de comprender. No juzgar.
Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: «Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades. ¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo.»
"¿Qué he de hacer para juzgar con rectitud?"
Dos cosas.
En primer lugar, tratar de ser recto.
"¿Y... una vez lo sea?"
Cuando te consideres recto, reflexionar...
Pues si así te consideras, es que aún hay algo que te separa de la rectitud.
...
¿Y lo segundo que he de hacer?
Tratar de comprender. No juzgar.
lunes, 12 de octubre de 2015
Lucas 11, 29-32
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»
Ayer era todavía niño. Porque no podía ver.
¿Y quién le pide respuesta a quien no puede darlas?
Ayer... vivía aún en la inocencia
de quien no elige cómo quiere ser.
¿Y quién le exige valor a quien no sabe de opciones?
Pero hoy, al abrir los ojos, supe que ya había despertado.
Pues, como en un sueño, Él vino a mí. Trazó una línea en el suelo
y me preguntó ¿quieres vivir?
Ayer era todavía niño. Porque no podía ver.
¿Y quién le pide respuesta a quien no puede darlas?
Ayer... vivía aún en la inocencia
de quien no elige cómo quiere ser.
¿Y quién le exige valor a quien no sabe de opciones?
Pero hoy, al abrir los ojos, supe que ya había despertado.
Pues, como en un sueño, Él vino a mí. Trazó una línea en el suelo
y me preguntó ¿quieres vivir?
domingo, 11 de octubre de 2015
Marcos 10, 17-30
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»
Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!»
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando. y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»
Pedro se puso a decirle: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna.»
"¿Qué opinas de lo del joven que se acercó esta mañana?"
¿El rico?
"Sí. Parecía un buen hombre. Y cumplía con los mandamientos..."
Pero ya le has oído...
"Sí... ¿Qué opinas?"
... Que los mandamientos fueron los límites que se le ponen a un adolescente...
Pero, ya adultos, Él ha señalado la máscara... ha apuntado a la cadena. Él ha ido directo a lo esencial.
Atrás quedaron las reglas del proceder, de la organización social...
Él ha cogido con su mano el mismo cepo en el que el hombre suele morir.
"Pero... ¿Por qué es tan importante?"
Verás... creo que es fácil cumplir con las normas desde un presente de confort y un futuro de seguridad.
... Además... Creo que Él no le ha dado tanta importancia a su riqueza... pero sí ha querido probar cuán grande era el apego del joven hacia ella... o el miedo que tenía a perderla.
"¿Qué quieres decir?"
Que si el chico hubiera estado dispuesto a dejarlas atrás... Él no se lo hubiera al cabo pedido, pues no habría hecho falta liberar su corazón. Puedes tener bienes... pero no son en sí el problema. La clave siempre está dentro...¿Son tus aparentes posesiones tu prioridad? ¿Hasta qué punto son las dueñas de tu libertad? ¿Hasta qué punto han puesto sordina a tus sentimientos... a la misericordia, al amor, a la amistad...?
...
... Pero no sólo el joven rico corre el riesgo de morir atrapado en su jaula dorada... pues hablando de sentimientos... tan fácil para un rico es cumplir los mandamientos sin esfuerzo como para un pobre renunciar de palabra a las riquezas que no tiene...
En cualquier caso... al final, cada uno, lo verá.
¿Cuánto pesará entonces tu corazón?
Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!»
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando. y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»
Pedro se puso a decirle: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna.»
"¿Qué opinas de lo del joven que se acercó esta mañana?"
¿El rico?
"Sí. Parecía un buen hombre. Y cumplía con los mandamientos..."
Pero ya le has oído...
"Sí... ¿Qué opinas?"
... Que los mandamientos fueron los límites que se le ponen a un adolescente...
Pero, ya adultos, Él ha señalado la máscara... ha apuntado a la cadena. Él ha ido directo a lo esencial.
Atrás quedaron las reglas del proceder, de la organización social...
Él ha cogido con su mano el mismo cepo en el que el hombre suele morir.
"Pero... ¿Por qué es tan importante?"
Verás... creo que es fácil cumplir con las normas desde un presente de confort y un futuro de seguridad.
... Además... Creo que Él no le ha dado tanta importancia a su riqueza... pero sí ha querido probar cuán grande era el apego del joven hacia ella... o el miedo que tenía a perderla.
"¿Qué quieres decir?"
Que si el chico hubiera estado dispuesto a dejarlas atrás... Él no se lo hubiera al cabo pedido, pues no habría hecho falta liberar su corazón. Puedes tener bienes... pero no son en sí el problema. La clave siempre está dentro...¿Son tus aparentes posesiones tu prioridad? ¿Hasta qué punto son las dueñas de tu libertad? ¿Hasta qué punto han puesto sordina a tus sentimientos... a la misericordia, al amor, a la amistad...?
...
... Pero no sólo el joven rico corre el riesgo de morir atrapado en su jaula dorada... pues hablando de sentimientos... tan fácil para un rico es cumplir los mandamientos sin esfuerzo como para un pobre renunciar de palabra a las riquezas que no tiene...
En cualquier caso... al final, cada uno, lo verá.
¿Cuánto pesará entonces tu corazón?
sábado, 10 de octubre de 2015
Lucas 11, 27-28
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo gritando, le dijo: «¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!»
Pero Jesús le respondió: «Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica».
Esta noche es noche sin luna.
... El frío no nos deja dormir.
Insomnes, permanecemos callados.
...
Entonces...
María.
Tu recuerdo,
tu sonrisa nos viene a buscar
para arroparnos en silencio
y velar nuestro sueño en esta
noche oscura que clavó sus uñas en nuestro pulmón.
Pero Jesús le respondió: «Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica».
Esta noche es noche sin luna.
... El frío no nos deja dormir.
Insomnes, permanecemos callados.
...
Entonces...
María.
Tu recuerdo,
tu sonrisa nos viene a buscar
para arroparnos en silencio
y velar nuestro sueño en esta
noche oscura que clavó sus uñas en nuestro pulmón.
viernes, 9 de octubre de 2015
Lucas 11, 15-26
En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud dijeron:«Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.»
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo.
Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar; pero, como no lo encuentra, dice: "Volveré a la casa de donde salí." Al volver, se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio.»
"Pero... las cosas rara vez son blancas o negras."
En la superficie... rara vez.
Mas la espada de tu conciencia sólo una mano la puede empuñar.
¿Será la de la honestidad... la de la hipocresía...?
¿La del egoísmo o la del valor?
Dentro de ti... no hay espacio para dos señores.
No caben dos estandartes.
La batalla es permanente. No hay respiro.
"¿Y qué está en juego?"
¿En juego?
... tú.
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo.
Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar; pero, como no lo encuentra, dice: "Volveré a la casa de donde salí." Al volver, se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio.»
"Pero... las cosas rara vez son blancas o negras."
En la superficie... rara vez.
Mas la espada de tu conciencia sólo una mano la puede empuñar.
¿Será la de la honestidad... la de la hipocresía...?
¿La del egoísmo o la del valor?
Dentro de ti... no hay espacio para dos señores.
No caben dos estandartes.
La batalla es permanente. No hay respiro.
"¿Y qué está en juego?"
¿En juego?
... tú.
jueves, 8 de octubre de 2015
Lucas 11, 5-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos: «Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: "Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle." Y, desde dentro, el otro le responde: "No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos." Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?»
Despréndete de tu orgullo para pedir.
Despréndete de tus certezas para tener esperanza.
Despréndete de tu derecho para ser digno de todo.
Despréndete de tu potestad para tener autoridad.
Despréndete de toda la nada para llenarte del todo.
Vacía tus manos para poder ofrecerlas.
Vacía tus manos para tenerlas llenas.
Y entrega tu tiempo,
tu cariño,
tu alegría,
dando las gracias por las bendiciones que, cada día,
se te regalan a ti.
Despréndete de tu orgullo para pedir.
Despréndete de tus certezas para tener esperanza.
Despréndete de tu derecho para ser digno de todo.
Despréndete de tu potestad para tener autoridad.
Despréndete de toda la nada para llenarte del todo.
Vacía tus manos para poder ofrecerlas.
Vacía tus manos para tenerlas llenas.
Y entrega tu tiempo,
tu cariño,
tu alegría,
dando las gracias por las bendiciones que, cada día,
se te regalan a ti.
miércoles, 7 de octubre de 2015
Lucas 11, 1-4
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»
Él les dijo: «Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación."»
Padre,
ayúdanos
a tener un corazón
desprendido,
valiente,
dispuesto a la entrega
y que, desde la alegría,
sepamos multiplicar
el regalo del amor
que recibimos.
Él les dijo: «Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación."»
Padre,
ayúdanos
a tener un corazón
desprendido,
valiente,
dispuesto a la entrega
y que, desde la alegría,
sepamos multiplicar
el regalo del amor
que recibimos.
martes, 6 de octubre de 2015
Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta, se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano».
Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán.»
El día
no volverá.
Una llamada quedó por hacer, unas palabras por pronunciar...
El día ha muerto.
Y ya no volverá...
Mas, mañana, naceré de nuevo.
Todo un mundo por descubrir,
todo por construir...
...
Reza esta noche amigo,
y que el amanecer nos traiga la alegría necesaria para poder ser eco de su Voz.
Y Marta, se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano».
Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán.»
El día
no volverá.
Una llamada quedó por hacer, unas palabras por pronunciar...
El día ha muerto.
Y ya no volverá...
Mas, mañana, naceré de nuevo.
Todo un mundo por descubrir,
todo por construir...
...
Reza esta noche amigo,
y que el amanecer nos traiga la alegría necesaria para poder ser eco de su Voz.
lunes, 5 de octubre de 2015
Lucas 10, 25-37
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»
Por favor. Cierra el libro. Y mírame.
Hablamos del corazón. Hablamos de tu esencia. De tu centro...
No de lo que atañe a tu cuerpo, a los hechos que conforman tu entorno vital... y, desde luego, no a tus títulos y ropajes, a tu cargo o a tu puesto social...
Hablamos del corazón. De lo que, de verdad, sientes cuando sabes que la fortuna ha sonreído a un amigo o que ha recibido un duro golpe quien vive su vida a tu alrededor...
Hablamos del corazón, que será la puerta que te dé acceso a la Vida o el que caiga, pesado, al suelo porque no esté hecho de materia diferente a él. Hablamos de tus sentimientos y tu reacción ante la adversidad. De la actitud con que vivas tus talentos...
Hablamos del corazón. No de lo que vemos de ti. No de las palabras que salen de tu boca. Ni de tus actos siquiera... Hablamos de lo que eres en realidad. De lo que permanecerá para siempre o lo que, para siempre morirá.
Hablamos de tu corazón. Al que muchos vertieron su amor...
¿Qué has hecho con su mayor tesoro?
De ti... ¿cuánto amor ha salido?
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»
Por favor. Cierra el libro. Y mírame.
Hablamos del corazón. Hablamos de tu esencia. De tu centro...
No de lo que atañe a tu cuerpo, a los hechos que conforman tu entorno vital... y, desde luego, no a tus títulos y ropajes, a tu cargo o a tu puesto social...
Hablamos del corazón. De lo que, de verdad, sientes cuando sabes que la fortuna ha sonreído a un amigo o que ha recibido un duro golpe quien vive su vida a tu alrededor...
Hablamos del corazón, que será la puerta que te dé acceso a la Vida o el que caiga, pesado, al suelo porque no esté hecho de materia diferente a él. Hablamos de tus sentimientos y tu reacción ante la adversidad. De la actitud con que vivas tus talentos...
Hablamos del corazón. No de lo que vemos de ti. No de las palabras que salen de tu boca. Ni de tus actos siquiera... Hablamos de lo que eres en realidad. De lo que permanecerá para siempre o lo que, para siempre morirá.
Hablamos de tu corazón. Al que muchos vertieron su amor...
¿Qué has hecho con su mayor tesoro?
De ti... ¿cuánto amor ha salido?
domingo, 4 de octubre de 2015
Marcos 10, 2-16
En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?»
Él les replicó: «¿Qué os ha mandado Moisés?»
Contestaron: «Moisés Permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.»ne unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.»
Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
¿Amas a tus hijos?
¿Qué harías por ellos?
"Daría la vida..."
Entonces... ¿Por qué se la quitas con tu traición?
¿O crees que no cuidar el amor a tu esposa no les ha de repercutir?
¿Y a ella? ¿Qué le prometiste?
"Pero el amor se ha ido..."
... El amor no va y viene... germina como la hierba o se agosta.
¿Estás seguro de que algún día existió?
Él les replicó: «¿Qué os ha mandado Moisés?»
Contestaron: «Moisés Permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.»ne unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.»
Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
¿Amas a tus hijos?
¿Qué harías por ellos?
"Daría la vida..."
Entonces... ¿Por qué se la quitas con tu traición?
¿O crees que no cuidar el amor a tu esposa no les ha de repercutir?
¿Y a ella? ¿Qué le prometiste?
"Pero el amor se ha ido..."
... El amor no va y viene... germina como la hierba o se agosta.
¿Estás seguro de que algún día existió?
sábado, 3 de octubre de 2015
Lucas 10, 17-24
En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.»
Él les contestó: «Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.»
En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.»
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.»
"Ha sido un gran día. Todo se ha amoldado a nuestra voluntad y un viento constante nos ha llevado más allá de donde pensábamos llegar cuando amaneció."
¿Os sentís fuertes?
"Respaldados... Sí. Dios apartará a nuestros enemigos.
Dios está de nuestro lado. Nada impedirá nuestra misión."
...
La casualidad no es más que un entramado de causas que no llegamos a desenmarañar... pero Dios no está detrás. Detrás de vuestra fortuna, Dios no está detrás. Tampoco detrás de vuestra razón. Él no ha apoyado vuestra victoria ni os ensalzará sobre vuestro oponente. Dios no ha decidido otorgaros un mayor valor.
"Pero somos su pueblo..."
¿Su pueblo?
"Aquéllos cuya espada defiende su voluntad."
Oponente... espada... su pueblo...
Llegan días de prueba en que vuestro valor lo mediréis con vuestra fiereza, en que vuestra autoridad se disfrazará de poder. Días de prueba en que cerraréis vuestras ventanas para que no os estorbe el sol.
Él les contestó: «Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.»
En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.»
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.»
"Ha sido un gran día. Todo se ha amoldado a nuestra voluntad y un viento constante nos ha llevado más allá de donde pensábamos llegar cuando amaneció."
¿Os sentís fuertes?
"Respaldados... Sí. Dios apartará a nuestros enemigos.
Dios está de nuestro lado. Nada impedirá nuestra misión."
...
La casualidad no es más que un entramado de causas que no llegamos a desenmarañar... pero Dios no está detrás. Detrás de vuestra fortuna, Dios no está detrás. Tampoco detrás de vuestra razón. Él no ha apoyado vuestra victoria ni os ensalzará sobre vuestro oponente. Dios no ha decidido otorgaros un mayor valor.
"Pero somos su pueblo..."
¿Su pueblo?
"Aquéllos cuya espada defiende su voluntad."
Oponente... espada... su pueblo...
Llegan días de prueba en que vuestro valor lo mediréis con vuestra fiereza, en que vuestra autoridad se disfrazará de poder. Días de prueba en que cerraréis vuestras ventanas para que no os estorbe el sol.
viernes, 2 de octubre de 2015
Mateo 18, 1-5.10
En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?»
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: «Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.»
Se apaga la luz y la tienda queda casi a oscuras.
La luz del foco de fuera se empeña en no dejar marchar al día. En no dejar que pases página. En mantenerte alerta para que tu memoria no cometa traición.
Se apaga la luz y casi llega el silencio.
El ronquido del generador se prolongará hasta entrado el amanecer.
Se apaga el día y casi llega la esperanza...
Mañana, tal vez, nuestra hija vuelva a pisar la tierra como una mujer libre...
Ayer, llegamos buscando un refugio.
Hoy, soñaré que somos tratados con dignidad.
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: «Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.»
Se apaga la luz y la tienda queda casi a oscuras.
La luz del foco de fuera se empeña en no dejar marchar al día. En no dejar que pases página. En mantenerte alerta para que tu memoria no cometa traición.
Se apaga la luz y casi llega el silencio.
El ronquido del generador se prolongará hasta entrado el amanecer.
Se apaga el día y casi llega la esperanza...
Mañana, tal vez, nuestra hija vuelva a pisar la tierra como una mujer libre...
Ayer, llegamos buscando un refugio.
Hoy, soñaré que somos tratados con dignidad.
jueves, 1 de octubre de 2015
Lucas 10, 1-12
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.
Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios." Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.»
"¿Qué tal te ha ido?"
Bien... Muy bien.
"¿Qué les contaste?
Les hablé de nuestro amigo, nuestro Maestro...
Les hablé de la siembra y la cosecha,
de pobreza material y libertad...
Del dinero... de traiciones y arrepentimientos,
del miedo y del valor...
"Te habrá rodeado todo el pueblo..."
No. Sólo se me acercó una anciana.
Pero... al despedirnos, me abrazó.
"Sí, pero sólo una... "
...
Ella ya es todo...
¿No recuerdas cuando, partiendo de un pan,
Él dio de comer a la multitud?
Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios." Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.»
"¿Qué tal te ha ido?"
Bien... Muy bien.
"¿Qué les contaste?
Les hablé de nuestro amigo, nuestro Maestro...
Les hablé de la siembra y la cosecha,
de pobreza material y libertad...
Del dinero... de traiciones y arrepentimientos,
del miedo y del valor...
"Te habrá rodeado todo el pueblo..."
No. Sólo se me acercó una anciana.
Pero... al despedirnos, me abrazó.
"Sí, pero sólo una... "
...
Ella ya es todo...
¿No recuerdas cuando, partiendo de un pan,
Él dio de comer a la multitud?
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