En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros.
Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»
"¿Duermes?"
No... Dime.
"¿Qué vale más, un sentimiento o lo que sale de mi boca?"
...
Depende de para quién...
"No entiendo..."
Si me preguntas qué es de más utilidad a un hermano, nuestra intención o nuestra palabra... te diré que la segunda, que viaja más allá de la frontera de tu piel. Y mayor aún será el valor de una acción que tienda la mano al necesitado...
Mas si hablamos de ti... o de mí...
ten en cuenta que en el momento en que todo haya de volver a su origen se mirará a los cimientos sobre los que hayamos edificado a base de palabras y hechos.
Y esos cimientos
están en nuestro corazón.
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