lunes, 31 de agosto de 2015

Lucas 4, 16-30

En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. 
Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.» Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. 
Y decían: «¿No es éste el hijo de José?» 
Y Jesús les dijo: «Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo" y' "haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún".» 
Y añadió: «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos habla en Israel en tiempos de] profeta Elíseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.» 
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.


Todos le miraban. Ninguno se atrevía a hablar. O blasfemo o Salvador. Y Él en medio. Justo en el fiel de la balanza.
Y continuó.
Y ellos se sintieron despreciados.
"¿Por qué lo hizo?"
No buscaba su aprobación.
Ellos siempre fueron los altos representantes de Dios y ante Dios, los dignos, los elegidos, los sabios, los doctos, los que miran sin sentir, los que leen con tono ensayado, los que no comen durante el ayuno, los que no ríen, los que son.
Pero no les buscaba a ellos... sino a la masa representada, a la ignorante, a la que no sabe leer, a la que tampoco come tras el ayuno, a la que ríe y hace burla, a la que está en las calles sin llegar a ser.
...
Él era el Salvador. Pero su misión no era sólo cumplir con lo anunciado... sino esculpir la piedra... para desenterrar el significado de la salvación.
...
Lo dejó claro. Y eso le sentenció...
a cumplir con su misión.

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domingo, 30 de agosto de 2015

Marcos 7, 1-8.14-15.21-23

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.)
Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?»
Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.»
Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.»


Un hombre salió de su casa. Saludó a un mendigo. Se encontraba con él siempre al doblar la primera esquina. Seguro que agradecía su saludo diario. Era una persona...
No pudo descolgar la llamada de un amigo, pues es necesario algo de paz al encauzar el día.
En su despacho, dedicó un tiempo a ojear las novedades en el portal habitual de noticias. Siempre es importante estar bien informado.
No pudo evitar ver a su jefe gritar humillando a una administrativa. Desde luego, ese hombre no sabía cómo se debe llevar a la gente...
Tardó en bajar al hall, donde despedían a un compañero al que no se le renovaba el contrato. ¿Para qué, para hacerle más difícil aún el momento?
A última hora, inquieto, se volcó en enfocar un trabajo que debería entregar en varios días. Llegaría tarde a casa, pero ¿acaso te regalan el dinero con el que la familia sale adelante?
...
Al llegar, respondió que le había ido bien. "Normal. Hasta arriba." Y devolvió la pregunta mientras encendía la tele: "¿Tú?"

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sábado, 29 de agosto de 2015

Marcos 6, 17-29

En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados.
El rey le dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras, que te lo doy.»
Y le juró: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.»
Ella salió a preguntarle a su madre: «¿Qué le pido?»
La madre le contestó: «La cabeza de Juan, el Bautista.»
Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: «Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista.»
El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.


"¿Cual ha sido la cosecha de hoy?"
Un padre, me ha traído la cabeza de sus dos hijos y de su esposa. No tardó en caer en la tentación.
El dueño de esa empresa, tres cabezas. Se llevó los beneficios... Pero aquí, no podía evitar cerrar.
Esa chica... trajo la cabeza de una compañera. Era carne de burla, ya sabes.
Y el rey. Te ha brindado la del Bautista. Herodías sabe hacer su labor...
"Bien. A mí, tráeme las de todos ellos. Dudo que ya se vayan a alejar."

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viernes, 28 de agosto de 2015

Mateo 25, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»

¿Qué te ocurre? Estás blanco... ¡Qué frío en la calle! ¿Verdad?
"Ya no está."
¿Quién?
"El hombre de la esquina."
... ¿Quién?
"El que pedía limosna.
El de siempre... El anciano."

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jueves, 27 de agosto de 2015

Mateo 24, 42-51

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues, dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo hará pedazos, mandándolo a donde se manda a los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»

"¿Qué he de hacer para que confíes en mí?"
Confía.
"Sí... pero, ¿para que tú confíes en mí?"
No dejes tú de confiar.
Mi confianza ya la tienes. Merécela.
No la vas a perder... pero merécela. Sólo tú te juzgarás.
Tú sabes qué sentimientos son los que te acercan o te alejan.
Conoces tu grado de dependencia de todo lo que quieres poseer...
Y sabes cuándo utilizas coartadas...
Confía.
Vuelve siempre a levantarte. Sé fuerte y confía.
El camino es éste. En él cambian paisajes... alternan el frío y las horas de sol...
En él, eres libre de buscar y hallar tu liberación.
No te alejes... llegarás.

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miércoles, 26 de agosto de 2015

Mateo 23, 27-32

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: "Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas"! Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!»

Caminé el día entero para llegar hasta aquí. Escuché a otros caminantes. Vi miradas de compasión... pero no olvidaré a la joven que, sentado en la cuneta, quitó el papel de plata a su bocadillo y me brindó la mitad.
...
Caminé la vida entera para llegar hasta aquí. Escuché a mentores, amigos, hermanos. Me mostraron decenas de puertas y ventanas... Pero no olvidaré que tú abriste la tuya. Sin saber lo que venía detrás. Sin pensar en mi sombra. Sonriendo sólo al ser bañada por mi pobre luz.

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martes, 25 de agosto de 2015

Mateo 23, 23-26

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad! Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera.»

"Estimado amigo,
hace ya casi un año de nuestra separación. En este tiempo, he recorrido gentes y paisajes, pero ni un día pasa sin que dé gracias por aquella conversación. Espero poder volver a veros, pero, por el momento, te escribo para pedirte criterio acerca de cómo empezar a dar vida a una comunidad. Gracias por tu consejo y tu aprecio."
...
Estimado amigo y hermano Pablo,
ojalá, en efecto, podamos volver a compartir una velada. No obstante, debes saber que todavía te sentimos aquí. Dejaste huella en nosotros y me parece gracioso que seas tú el que me escribe para que te oriente.
No haré, pues, más que mencionarte las tres cosas que resumieron tu presencia entre nosotros. Amor. Apoyo. Alegría. Las "tres A". Así las recordamos cuando, ante algún conflicto, recurrimos a tu recuerdo.
Dejad la organización en manos de gente humilde, desprendida y justa. No en manos de quien ansíe organizar. Y evitad, como si fuera la sombra hecha materia, juzgar. Tú, sigue sembrando con tu ejemplo. El resto, vendrá. Como te digo, a nosotros aún nos conforta pensar en ti.

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lunes, 24 de agosto de 2015

Juan 1, 45-51

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.» 
Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» 
Felipe le contestó: «Ven y verás.» 
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.» 
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?» 
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» 
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» 
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has ver cosas mayores.» Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»


"Me dices que sólo esperas la gran venida... Que lo que yo te cuente de nada te servirá.
Me dices que tu salvador llegará un día de lejos. Que la mano que te ofrezco está vacía.
...
Pero te asombra que sepa de ti. Que te conozca... Y por eso ha dado un salto tu corazón.
Rindes tus murallas ante un desconocido que te habla mirando a tus ojos.
¿Por qué se nublan los tuyos?
... No esperes más. Arroja tu yelmo. Respira. Somos tus hermanos...
y te traemos la libertad."


domingo, 23 de agosto de 2015

Juan 6, 60-69

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.»
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.» Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?»
Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»


Me cuesta venir a hablar contigo. ¿Me puedo sentar?
"Claro."
No estamos acostumbrados a tanto.
No deberías pedirnos que dejemos todo...
... y pretender que no aspiremos a nada...
Somos personas.
"Lo sé."
...
Nos conoces...
Discutimos, dudamos, a veces... nuestro pensamiento te traiciona...
Ten paciencia con nosotros.
...
"Hay un camino.
Sólo os muestro cuál es el paso seguro... Sólo cabremos sin peso. Apretando la espalda al muro. Sin mochila. Sin un denario... Silenciosos como un abrazo. Ligeros como el amanecer."
...
Hablaré con el resto... después de todo, nunca me he sentido tan vivo.
"Confía. Yo iré delante...
...
¡Pedro!
... hay un mañana.
Hay un porqué."

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sábado, 22 de agosto de 2015

Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. 
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. 
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» 
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» 
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» 
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.


"Por favor, dile que entre."
...
"¿Cómo te encuentras? ¿Estás mejor?
...
¿Quieres agua?"
No.
¿Es seguro...?
"Sí. Estás embarazada."
No lo entiendo...
...
"Ya no eres menor, pero... ¿quieres llamar a tus padres?"
¿Eh?... No... No están aquí.
No han venido.
"Pero tendrás a alguien de tu familia... hermanos..."
No tengo hermanos... Vine sola.
"¿En qué trabajas?"
Algunos fines de semana. En un bar.
...
"Si puedo echarte una mano...
...
¿Estás pensando en abortar?"
...
No.
Yo daría mi vida por mi madre...
...
A mi madre le pasó igual.

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viernes, 21 de agosto de 2015

Mateo 22, 34-40

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?» 
Él le dijo: «"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»


"¿Y el resto?"
Los demás acompañan como los amigos, aclaran como un buen profesor, recuerdan como una madre y ordenan, como haría un capataz. Pero dos son los progenitores del resto. Sin ellos, carecen de sentido los demás.
Como pilares, sostendrán cuanto construyamos encima... paredes, arcos, bóvedas y ornamentación. Sirven para que todo hombre pueda elevar su obra, cada día, hasta el cielo y para que, cada noche, corrija los desvíos y pueda descansar en paz.
"Pero ¿por qué son los dos primeros?"
Porque no se puede hacer pan sin que el panadero y el grano se entreguen. Ni puede crecer un hijo sin que una madre deje de dormir.
...
Fijaros en ellos.
Por sus letras corre la misma sangre: amarás...

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jueves, 20 de agosto de 2015

Mateo 22, 1-14

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda." Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»

"Caballero, ¿por qué sólo partes con un puñado de escuderos?"
A vosotros os llamé en primer lugar...
"¡Estaríamos bruñendo las armaduras!"
Yo llamé cuando os necesité. Luego, salí a pedir ayuda a la calle.
"¿Es verdad que vas a conquistar un país inmenso?"
Sí.
"... Si no halláis la derrota...
De todos modos, avísanos cuando lo hagas. Te ayudaremos a administrarlo. Tú solo, con esa gente, no podrás."
Esa gente ya ha vencido al cruzar la raya y no abandonará sus estandartes tirados en el campo, pues los guarda muy dentro. Ni llegará tarde a brindar auxilio, pues su armadura brilla siempre en su interior. Y no os preocupéis... esa gente entrará en esa tierra como reyes, no como empleados de administración.

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miércoles, 19 de agosto de 2015

Mateo 20, 1-16a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.»

¿No te prometí la Vida? ¿Cómo me pides más? ¿Y qué puedes pedirme más allá de la eternidad?
¿O, para marcar una diferencia, prefieres que regale menos a los que tardé más en encontrar? Ellos me han dado todo lo que tenían... como tú, y no dependió de ellos encontrarme antes.
Un día, una vida. Y la vida entera disteis jornada a jornada...
Ni tú, ni ellos, ni yo podemos dar más. Por tanto, tampoco podemos devolvernos menos.
...
¿Acaso serías más feliz si gozara tu hermano de un poco menos de felicidad?
¿O, tal vez, fingiste todo el camino y fue mi ejemplo para ti sólo una carga... dado que juzgas beneficiados a los que no pudieron disfrutarla sino al final de su tiempo?
Más bien debieras sentirte afortunado, pues, además de recibir en adelante lo que has ganado, viviste a la sombra del Reino toda tu vida anterior.
...
Al amor se llega por caminos muy diversos, pero tienen dos cosas en común: cuesta andarlos y desembocan ante la puerta de la eternidad.

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martes, 18 de agosto de 2015

Mateo 19, 23-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.» 
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?» 
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»
Entonces le dijo Pedro: «Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?» 
Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.»


Dices que estás dispuesto a abandonar todo atrás...
¿Qué quieres?
¿Dejar a tu esposa? ¿A tus hijos? ¿Tu trabajo diario?
¿Alejarte de tu vida?
Pues no vengas detrás de mí.
...
Ten cuidado. No me tomes por excusa para rehuir el esfuerzo y esfuérzate tú en hallar el tesoro verdadero que te doy.
Al Reino no se llega escapando hacia fuera, sino adentrándote en tu interior. En él no hay aventura, no hay una nueva juventud. El Reino no es la ligereza del que se esconde, sino el aplomo del que se entrega en libertad.
...
Dices que estás dispuesto a abandonar todo atrás...
¿A quién?
¿El qué?
¿También lo que te apetece?

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lunes, 17 de agosto de 2015

Mateo 19, 16-22

En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: «Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?» 
Jesús le contestó: «¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.» 
Él le preguntó: «¿Cuáles?»
Jesús le contestó: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo.» 
El muchacho le dijo: «Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?» 
Jesús le contestó: «Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo– y luego vente conmigo.» 
Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico.


En el camino de vuelta, la tristeza se tornó dureza. Su dependencia se convirtió en afirmación.
La última curva le separaba de su castillo. Del mundo que desde niño tuvo en su mano.
La dobló. Y el aire ya no entró en sus pulmones. Y sus rodillas fueron a clavarse con el peso del plomo en la tierra. Y sus ojos ya sólo pudieron mostrarle una bandera a media asta.
No podía recordar qué hacía en ese camino... y olvidó que hubiera un mundo que un día pareció dejarse tener.

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domingo, 16 de agosto de 2015

Juan 6, 51-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron;,el que come este pan vivirá para siempre.»


"Amigo, te escribo porque ayer le conocí.
Primero busqué a la mujer de quien me hablaste... y en cien rostros la encontré. En todos, un brillo en la mirada tras la jornada. En todos una respuesta.
Por la confianza se llega al abandono. Por el abandono a la libertad.
Para ellos no existía el grillete del tiempo y todo estaba al alcance de sus manos... Manos de brisa, aurora y espuma... Manos que no buscaban coger sino sostener. Manos con dedos firmes como palabras de amigo, como consuelo de madre y como su oración...
Mas la libertad sólo era brisa con olor a lluvia.
Ellos me hablaron. Y hablándome, me hablaron de Él.
...
Amigo, hoy te escribo como hombre libre. Ofrezco cada mañana a quien en los caminos encuentre.
Ya no sé qué es pasar hambre, sino algo que a mi hermano he de evitar. Ya no sé qué es pasar frío, sino algo que de mi hermano debo alejar.
...
En libertad se llega a la entrega.
Y por la entrega al amor.
La única fuente, el único pan. La nota que te alzará más allá de la tierra mojada.
Fundiéndose cada segundo e inundando todo de Vida y de Luz.
...
Gracias. Cada día, me acordaré de ti.
Tras la puerta, estaba el Sol."

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sábado, 15 de agosto de 2015

Lucas 1, 39-56

En aquellos días, Maria se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de Maria, saltó la criatura en su vientre.
Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres– en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.


Era de noche cuando llegó a mi casa el mezclador. Llevaba años, tal vez la vida entera, buscando la llave.
Todo elemento de la materia había pasado por su mano. Había sido mezclado en diversa proporción.
Pero ninguno de ellos había dejado de ser lo que era, de pesar lo que pesaba, de ser atraído por la tierra como hasta entonces lo pudo ser...
¿Qué ingrediente faltaba? ¿Qué compuesto o sustancia simple tendría el don de abrir la naturaleza para poder entrar en su vientre?
...
Le hablé de Ella. Su rostro palideció. Salió de la estancia y nunca más le ví. Pero hoy he recibido una nota con sus palabras.
...
"Ya no busco entrar en el vientre. Ahora sé que lo que buscaba era cómo salir.
Ya no busco el nuevo elemento. Ahora sé que me sobran todos para hallar la solución.
Mi mente sigue buscando, mas sin soberbia. Ahora sé que por la confianza se llega al abandono. Y el abandono abre tus ojos a la realidad.
Ahora ya sé dónde está la puerta y, a su través, percibo una luz.
Camino hacia ella. Te escribiré, amigo, cuando la abra. Hasta entonces, gracias una vez más."

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viernes, 14 de agosto de 2015

Mateo 19, 3-12

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?»
Él les respondió: «¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne"? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
Ellos insistieron: «¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse?»
Él les contestó: «Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Ahora os digo yo que, si uno se divorcia de su mujer –no hablo de impureza– y se casa con otra, comete adulterio.»
Los discípulos le replicaron: «Si ésa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse.»
Pero él les dijo: «No todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el reino de los cielos. El que pueda con esto, que lo haga.»


"Padre, llega el momento de nuestra boda y quiero pedirte una palabra."
No soy más que un hombre, pero te la daré.
...
Recuerda siempre que no tienes derecho a tu esposa. Ella , cada día, será libre de darte su amor. Merécelo.
Recuerda también que traeréis al mundo a vuestros hijos. Pero serán ellos quienes os den la vida. Aprécialo.
...
Y mi deseo: que, al margen de lo que acontezca, sepáis ser y haceros felices.
"¿Cómo no, si es la mujer de mi vida?"
Está bien que así hoy lo sientas, pero deseo que, dentro de muchos años, reconozcas que hoy diste un paso a oscuras... y que sea entonces cuando sientas que por nada cambiarías su luz.

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jueves, 13 de agosto de 2015

Mateo 18, 21 - 19, 1

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros m¡ Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»
Cuando acabó Jesús estas palabras, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.


Han llegado los primeros, pero viene un enjambre detrás...
"Permaneced atentos. Aparecerá por donde menos lo esperéis.
No perdáis de vista el horizonte, mas no dejéis de vigilar el camino que asciende desde vuestro interior."
Pero, ¿hemos de enfrentarnos con ellos?
"Sí. Si no, toda luz desaparecerá. Las manos de vuestros hijos, las sonrisas de aquellos a los que amáis...
Hincad la rodilla. Que haya muerto cuando este cuerpo abandone su posición."
¿Cómo los reconoceremos?
"Egoísmo, ira, orgullo...
rezad... no dejéis de rezar y les reconoceréis. La oración os conservará la vista para distinguirlos aun cuando vistan vuestra piel. Y no perdáis el contacto con vuestros hermanos... pues buscarán aislaros para envolveros en oscuridad.
Y perdonad de corazón a las víctimas que ya han caído. No son ellas vuestros enemigos sino las sombras que han emparedado su corazón.
Cerrad la fila. Hasta el reencuentro, ni un paso atrás."

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miércoles, 12 de agosto de 2015

Mateo 18, 15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»

"¿Qué opinas sobre la joven que ha llegado esta tarde?"
¿La que nos ha pedido cobijo?
"Sí. La están buscando. Ha escapado de la hacienda de una familia noble... Corremos un riesgo importante.
¿Es cosa nuestra liberarla de su condición? 
¿Qué haría Él?"
...
... ¡Vaya! Tenías que preguntarlo...
Seguro que te respondía preguntándote a ti.
"¿El qué?"
Pues qué querrías que hiciéramos si el huído fueras tú.
Simple... ¿Verdad?
...
"Voy a verla. Tal vez no haya cenado."

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martes, 11 de agosto de 2015

Mateo 18, 1-5.10.12-14

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?»
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: «Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial. ¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»


"¿Quién es, de nosotros, el más importante?"
...
¡Ninguno!
¿A qué viene esa pregunta?
¿No veis el incendio?
¿No veis cómo las llamas arrasan todo a vuestro alrededor?
¿No les oís gritar? ¿No veis cómo las agujas arrancan su piel?
¡Despertad!
Coged agua con vuestras manos... esparcidla con vuestros ojos, con vuestra palabra...
El que tengáis más cerca...
¡él es el principal!

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lunes, 10 de agosto de 2015

Juan 12, 24-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.»

Dos ojos,
dos oidos,
dos palabras.
Dos manos,
dos metas,
dos porqués.
Pero sólo una sombra,
una huella,
una verdad detrás de ti.
...
Dos rostros,
dos días,
con sus noches.
Pero sólo una puerta de entrada
da paso a tu corazón.
...
¿De quién eres?
¿Tienes dueño?
¿Quién es de tu posesión?

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domingo, 9 de agosto de 2015

Juan 6, 41-51

En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían: «¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?»
Jesús tomó la palabra y les dijo: «No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios."
Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»


"¿Puedo acompañarte?"
Claro. Demos un paseo antes de cenar.
"¿Cómo entender sus palabras? Trato de traspasar la puerta del Evangelio que ha leído el capellán."
Comienza por el final del ovillo... Come de su ejemplo y entrega cuanto tienes: tiempo, cuerpo, ilusión.
Pero no negocies tu salvación...
Si te entregas, debe ser por amor.
Dejando a tus hermanos atrás no hay victoria. Llevándolos contigo como salvoconducto tampoco la hay, pues ya no habrá batalla que vencer.
Debes saber que ellos te abrirán la puerta que te permitirá salir. Te la abrirán desde fuera todos aquéllos que subiste, antes de ti, al bote de la salvación.

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sábado, 8 de agosto de 2015

Mateo 17, 14-20

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas: «Señor, ten compasión de mi hijo, que tiene epilepsia y le dan ataques; muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo.»
Jesús contestó: «¡Generación perversa e infiel! ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo.»
Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño. Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: «¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?»
Les contestó: «Por vuestra poca fe. Os aseguro que si fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible.»


"¿Qué te trae a esta tierra?"
Los caminos...
"Pero has escogido este camino. Y te ha traido hasta aquí."
No sé... sólo sigo caminando.
"¿No somos los elegidos?"
Sólo sé que vosotros podéis elegir... ¿Qué esperáis?
"Tu llegada."
¿Y si no hubiera aparecido?... ¿Hubiérais echado vuestra vida a perder?
Tened fe en que podéis dar sentido al presente, no en que ha de llegar quien al futuro se lo dé.

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viernes, 7 de agosto de 2015

Mateo 16, 24-28

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del hombre con majestad.»

Me habéis llamado... y no soy más que vosotros.
"Pero tú le has conocido."
Hace tiempo... sí.
Os contaré lo que he soñado.
Colgaba en el vacío.
Con una mano me aferraba a una barca. Con la otra, agarraba la mano de un niño.
Ambas estiraban de mí con la fuerza de dos bueyes...
No aguantaba más...
Y abrí una mano.
Me solté de la barca...
Y ví la barca caer.
Y él me izó.
Y, riendo, lloré.

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jueves, 6 de agosto de 2015

Mateo 17, 1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.»
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.»
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»


"¿Por qué a nosotros?"
No lo sé...
"Pero... ¿por qué nos ha elegido?"
Olvídalo. Le conoces... eso no nos debe importar.
"Pero nosotros hemos escuchado... ¡hemos visto!"
... Sí...
Debemos...
debemos animar a Andrés. Servir de apoyo al resto.
No puede perderse ninguno... Todos tienen que seguir.
"No sabemos qué nos espera..."
No. Pero todo pueblo lo tiene que saber.

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miércoles, 5 de agosto de 2015

Mateo 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.»
Él no le respondió nada.
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando.»
Él les contestó: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: «Señor, socórreme.»
Él le contestó: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos.»
Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.»
Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.»
En aquel momento quedó curada su hija.


Una vez la sal está en el agua, ¿cómo frenar el hambre del mar?
Una vez la luz entra en tu estancia, ¿cómo impedir que tu rostro busque el sol?
Cuando, de noche, nuestro padre comienza su relato, ¿cómo hacer que no acudamos a escuchar?
Cuando una madre acaricia a su hijo, ¿cómo explicarle que no le acariciará más?
...
Os buscarán. Unos para acallaros, otros para suplicaros una palabra.
Hablarán de vosotros. Unos para ahogar vuestro recuerdo, otros para haceros volver.
Soñarán. Unos con vuestro eco, otros con vuestra voz.
Mas todos, un día, desearán volver a teneros cerca. Unos, porque antes no os reconocieron. Otros, porque no os habrán podido olvidar.

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martes, 4 de agosto de 2015

Mateo 14, 22-36

Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.
Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!»
Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.»
Él le dijo: «Ven.»
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame.»
En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?»
En cuanto subieron a la barca, amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios.»
Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto, y cuantos la tocaron quedaron curados.


Todavía era de noche. Andrés dormía.
Sorprendido al verle en paz, envuelto en su manto junto a la pared, su carcelero golpeó la puerta.
"¡Levanta! Hoy toca morir."
Andrés abrió los ojos y recordó... La cruz.
Él, desde el atrio del sueño, acababa de decirle de nuevo "¡Ven!"
Andrés se puso en pie. Sacudio su ropaje y respondió.
"Hoy toca andar sobre el agua. Voy."

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lunes, 3 de agosto de 2015

Mateo 14, 13-21

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos.
Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer.»
Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer.»
Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.»
Les dijo: «Traédmelos.»
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.


"La gente está cansada... perdida. Saben que Juan ha muerto..."
...
Levantaos. Os necesito.
Es el momento de empezar.
A todos, ofrecedles el poco pan que tenéis. Escuchadles. Preguntadles de dónde salieron, por qué han llegado hasta aquí... Abrazadles con vuestra sonrisa.
No dejéis de hablar con ninguno. Pedid ayuda a otros si no llegáis.
Dividiéndoos os vais a multiplicar.
...
Hoy, Juan volverá convertido en fuego a tantos corazones como con agua él bautizó.


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domingo, 2 de agosto de 2015

Juan 6, 24-35

En aquel tiempo, al no ver allí a Jesús ni a sus discípulos, la gente subió a las barcas y se dirigió en busca suya a Cafarnaún. 
Al llegar a la otra orilla del lago, encontraron a Jesús y le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?» 
Jesús les dijo: «Os aseguro que vosotros no me buscáis porque hayáis visto las señales milagrosas, sino porque habéis comido hasta hartaros. No trabajéis por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y os da vida eterna. Ésta es la comida que os dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su sello en él.»
Le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para que nuestras obras sean las obras de Dios?» 
Jesús les contestó: «La obra de Dios es que creáis en aquel que él ha enviado.» 
«¿Y qué señal puedes darnos –le preguntaron– para que, al verla, te creamos? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: "Dios les dio a comer pan del cielo."» 
Jesús les contestó: «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo. ¡Mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo! Porque el pan que Dios da es aquel que ha bajado del cielo y da vida al mundo.»
Ellos le pidieron: «Señor, danos siempre ese pan.» 
Y Jesús les dijo: «Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed.»


"¿Qué hacemos para que nuestras obras sean las obras de Dios?"
Seguid mi camino. Confiad, desprenderos, amad, entregad.
"Danos antes una prueba..."
La tenéis ya en las manos...
Las vuestras están cerradas.
Mirad la mía. Desnuda está.
¿Cuántas personas esperan en vuestra puerta? ¿Cuántos manos os quieren rozar?

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sábado, 1 de agosto de 2015

Mateo 14, 1-12

En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús, y dijo a sus cortesanos: «Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».
Es que Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Filipo, porque Juan le decía que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. 
Ella, aconsejada por su madre, le dijo: «Dame, ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.
Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.


"¿Juan ha muerto?"
Así es.
"Sencillo como cortar un nudo con las tijeras."
Sencillo sí.
" Y ahora ¿qué te preocupa?"
Que se ha apagado esa luz.
"¿Un mendigo sucio... una luz?"
...
Siento...
que floto en medio de un mar mudo... paciente...
...cien millas de toda costa
me acabo de alejar...
y el agua espera a conquistar mi interior.
Ya no veo la orilla... ¿Dónde está?
Detrás de las lágrimas
sólo veo más mar...

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