lunes, 10 de agosto de 2015

Juan 12, 24-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.»

Dos ojos,
dos oidos,
dos palabras.
Dos manos,
dos metas,
dos porqués.
Pero sólo una sombra,
una huella,
una verdad detrás de ti.
...
Dos rostros,
dos días,
con sus noches.
Pero sólo una puerta de entrada
da paso a tu corazón.
...
¿De quién eres?
¿Tienes dueño?
¿Quién es de tu posesión?

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