jueves, 13 de agosto de 2015

Mateo 18, 21 - 19, 1

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros m¡ Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»
Cuando acabó Jesús estas palabras, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.


Han llegado los primeros, pero viene un enjambre detrás...
"Permaneced atentos. Aparecerá por donde menos lo esperéis.
No perdáis de vista el horizonte, mas no dejéis de vigilar el camino que asciende desde vuestro interior."
Pero, ¿hemos de enfrentarnos con ellos?
"Sí. Si no, toda luz desaparecerá. Las manos de vuestros hijos, las sonrisas de aquellos a los que amáis...
Hincad la rodilla. Que haya muerto cuando este cuerpo abandone su posición."
¿Cómo los reconoceremos?
"Egoísmo, ira, orgullo...
rezad... no dejéis de rezar y les reconoceréis. La oración os conservará la vista para distinguirlos aun cuando vistan vuestra piel. Y no perdáis el contacto con vuestros hermanos... pues buscarán aislaros para envolveros en oscuridad.
Y perdonad de corazón a las víctimas que ya han caído. No son ellas vuestros enemigos sino las sombras que han emparedado su corazón.
Cerrad la fila. Hasta el reencuentro, ni un paso atrás."

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