sábado, 1 de agosto de 2015

Mateo 14, 1-12

En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús, y dijo a sus cortesanos: «Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».
Es que Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Filipo, porque Juan le decía que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. 
Ella, aconsejada por su madre, le dijo: «Dame, ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.
Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.


"¿Juan ha muerto?"
Así es.
"Sencillo como cortar un nudo con las tijeras."
Sencillo sí.
" Y ahora ¿qué te preocupa?"
Que se ha apagado esa luz.
"¿Un mendigo sucio... una luz?"
...
Siento...
que floto en medio de un mar mudo... paciente...
...cien millas de toda costa
me acabo de alejar...
y el agua espera a conquistar mi interior.
Ya no veo la orilla... ¿Dónde está?
Detrás de las lágrimas
sólo veo más mar...

gente, mujer, arte, horizonte

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