viernes, 21 de agosto de 2015

Mateo 22, 34-40

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?» 
Él le dijo: «"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»


"¿Y el resto?"
Los demás acompañan como los amigos, aclaran como un buen profesor, recuerdan como una madre y ordenan, como haría un capataz. Pero dos son los progenitores del resto. Sin ellos, carecen de sentido los demás.
Como pilares, sostendrán cuanto construyamos encima... paredes, arcos, bóvedas y ornamentación. Sirven para que todo hombre pueda elevar su obra, cada día, hasta el cielo y para que, cada noche, corrija los desvíos y pueda descansar en paz.
"Pero ¿por qué son los dos primeros?"
Porque no se puede hacer pan sin que el panadero y el grano se entreguen. Ni puede crecer un hijo sin que una madre deje de dormir.
...
Fijaros en ellos.
Por sus letras corre la misma sangre: amarás...

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