sábado, 15 de agosto de 2015

Lucas 1, 39-56

En aquellos días, Maria se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de Maria, saltó la criatura en su vientre.
Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres– en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.


Era de noche cuando llegó a mi casa el mezclador. Llevaba años, tal vez la vida entera, buscando la llave.
Todo elemento de la materia había pasado por su mano. Había sido mezclado en diversa proporción.
Pero ninguno de ellos había dejado de ser lo que era, de pesar lo que pesaba, de ser atraído por la tierra como hasta entonces lo pudo ser...
¿Qué ingrediente faltaba? ¿Qué compuesto o sustancia simple tendría el don de abrir la naturaleza para poder entrar en su vientre?
...
Le hablé de Ella. Su rostro palideció. Salió de la estancia y nunca más le ví. Pero hoy he recibido una nota con sus palabras.
...
"Ya no busco entrar en el vientre. Ahora sé que lo que buscaba era cómo salir.
Ya no busco el nuevo elemento. Ahora sé que me sobran todos para hallar la solución.
Mi mente sigue buscando, mas sin soberbia. Ahora sé que por la confianza se llega al abandono. Y el abandono abre tus ojos a la realidad.
Ahora ya sé dónde está la puerta y, a su través, percibo una luz.
Camino hacia ella. Te escribiré, amigo, cuando la abra. Hasta entonces, gracias una vez más."

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