martes, 25 de agosto de 2015

Mateo 23, 23-26

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad! Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera.»

"Estimado amigo,
hace ya casi un año de nuestra separación. En este tiempo, he recorrido gentes y paisajes, pero ni un día pasa sin que dé gracias por aquella conversación. Espero poder volver a veros, pero, por el momento, te escribo para pedirte criterio acerca de cómo empezar a dar vida a una comunidad. Gracias por tu consejo y tu aprecio."
...
Estimado amigo y hermano Pablo,
ojalá, en efecto, podamos volver a compartir una velada. No obstante, debes saber que todavía te sentimos aquí. Dejaste huella en nosotros y me parece gracioso que seas tú el que me escribe para que te oriente.
No haré, pues, más que mencionarte las tres cosas que resumieron tu presencia entre nosotros. Amor. Apoyo. Alegría. Las "tres A". Así las recordamos cuando, ante algún conflicto, recurrimos a tu recuerdo.
Dejad la organización en manos de gente humilde, desprendida y justa. No en manos de quien ansíe organizar. Y evitad, como si fuera la sombra hecha materia, juzgar. Tú, sigue sembrando con tu ejemplo. El resto, vendrá. Como te digo, a nosotros aún nos conforta pensar en ti.

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