domingo, 30 de agosto de 2015

Marcos 7, 1-8.14-15.21-23

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.)
Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?»
Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.»
Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.»


Un hombre salió de su casa. Saludó a un mendigo. Se encontraba con él siempre al doblar la primera esquina. Seguro que agradecía su saludo diario. Era una persona...
No pudo descolgar la llamada de un amigo, pues es necesario algo de paz al encauzar el día.
En su despacho, dedicó un tiempo a ojear las novedades en el portal habitual de noticias. Siempre es importante estar bien informado.
No pudo evitar ver a su jefe gritar humillando a una administrativa. Desde luego, ese hombre no sabía cómo se debe llevar a la gente...
Tardó en bajar al hall, donde despedían a un compañero al que no se le renovaba el contrato. ¿Para qué, para hacerle más difícil aún el momento?
A última hora, inquieto, se volcó en enfocar un trabajo que debería entregar en varios días. Llegaría tarde a casa, pero ¿acaso te regalan el dinero con el que la familia sale adelante?
...
Al llegar, respondió que le había ido bien. "Normal. Hasta arriba." Y devolvió la pregunta mientras encendía la tele: "¿Tú?"

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