viernes, 31 de julio de 2015

Mateo 13, 54-58

En aquel tiempo, Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal forma, que todos estaban asombrados y se preguntaban: «¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es María su madre, y no son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde, pues, ha sacado todas estas cosas?»
Y se negaban a creer en él. 
Entonces Jesús les dijo: «Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa».
Y no hizo muchos milagros allí por la incredulidad de ellos.


"Hermano, ¿por qué no crees en mí?"
Pero ¿qué he de creer? ¿Qué me vas a enseñar tú?
"Que yo he dejado lo que pensaba tener... y ahora veo una luz."
Cretino... No entiendes nada del mundo...
"El mundo... ¿No sabes mirar más allá?"
¿Quién te crees que eres?
"Soy el que ha llegado de lejos. El que ha saltado la verja.
El que cruzó el mar para darte una oportunidad."
¿Oportunidad... de qué?
"De mirar fuera. De despertar."
...
Despertar... ¿A qué? Vivimos solos.
"Pero siempre deseando ser encontrados..."
¿Para qué? también morimos en soledad.
"Pero siempre esperando encontrar.
...
Estira tu corazón... pues él te servirá de puente.
Mira lejos. Espera hasta una estación más allá."

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