viernes, 17 de julio de 2015

Mateo 12, 1-8

Un sábado de aquéllos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. 
Los fariseos, al verlo, le dijeron: «Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado.»
Les replicó: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la Ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendierais lo que significa "quiero misericordia y no sacrificio", no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.»


"¿Qué proponéis entonces? ¿Queréis unas Bienaventuranzas más apropiadas?
...
Bienaventurados los que respetan las fronteras y no violan alambradas por hambre.
Bienaventurados los que las defienden sin mirar quién hay detrás.
Bienaventurados los que caminan si ver al mendigo, porque de ellos es la calle.
Bienaventurados los que derrochan, porque, probablemente, podrán seguir haciéndolo.
Bienaventurados los que dictan leyes protectoras del estado de las cosas que protege al redactor.
Bienaventurados todos los que juzgan sin ser jueces de profesión.
Bienaventurados los que sentencian sin necesitar otra opinión.
Bienaventurados los inteligentes, los fuertes, los formados, porque ellos dicen saber de Dios.
...
Ahí las tenéis. Ahora dejadnos marchar."

valla

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