martes, 28 de julio de 2015

Mateo 13, 36-43

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. 
Los discípulos se le acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»
Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.»


"¡Despierta! ¿Qué te ocurre?"
Estás aquí...
"¡Claro! Estabas soñando."
Todo se sume en un pozo negro... y se agolpa en su final... y acabará estallando.
Todo lo que pesa será atraído por él. Las piedras, el agua, hasta tus deseos, tus apegos... todo lo que te ata a la tierra... Todo será atraído por la oscuridad.
... Mas, a lo lejos, he visto como se alzaban dos plumas... ¡no! dos suspiros... y escapaban de su imán.
Y en lo alto, un mundo ajeno a la gravedad... Pues no se puede atraer a la llama sin su vela.
...
Deja que caiga todo lo que contengan tus manos. Transfórmalas en alas, no en anclas.
...
Y la luz iba hacia la luz...

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