martes, 30 de junio de 2015

Mateo 8, 23-27

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. 
Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!» 
Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!» 
Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma. 
Ellos se preguntaban admirados: «¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!» 


Un hombre se encontraba sentado a su mesa haciendo cuentas. ¿Hasta dónde llegaba su capital?
Tomando como nacimiento el día en que realizó su primera inversión, pocos habían multiplicado su patrimonio como él. Como profesional ordenado, calculaba el crecimiento cada dos días... mientras hace unos meses lo medía cada tres. Ascendía la suma a una cantidad respetable... de las que a muchos daría resuello y era digna de cuidar.
Ese día, calculaba, tan sólo le separaban de la cantidad redonda superior unas decenas... pero antes de acabar la semana, habría completado el montón.
Llegó esa tarde a su casa un hijo que perdiera el empleo tiempo atrás. Sabía que podría aliviar su carga, mas pensaba que más educaba el esfuerzo y, entre hermanos, la equidad.
Pero el hijo acudió al padre directo pues era acuciante su situación... "Lo siento, está invertido en un plazo que no permite su retirada antes de tiempo. Tranquilo, en unos años te alegrarás."
Una vez se hubo marchado, tras tratar de animarlo, guardó sus cuadernos en orden en su maletín.
El hombre siguió dando forma a un grueso patrimonio familiar que tuvo que dejar en manos de sus hijos un día... mucho antes de que le diera tiempo a acumular para ellos todo lo que hubiera querido juntar.
Sus hijos, en efecto, se alegraron de todo lo que su padre dejó. Aquél de quien ya se habían olvidado cuando bajó el ataúd.
...
Mirad bien no sucumbáis a las olas que no levantan su cresta. Estad atentos y erguiros, pues hay tempestades que entran para anegar la bodega. Tormentas silenciosas que, si no las frenas, te atraerán hasta los fondos de oro del mar.

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lunes, 29 de junio de 2015

Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» 
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» 
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» 
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»


Yo soy el rayo que ha conectado el suelo y el cielo. Mi camino vendrá marcado por un resplandor... y probará ante vuestros ojos que todos podréis elevaros, pues es real la conexión entre vuestros pasos en la tierra y los que daréis más allá de donde el sol se oculta...
Yo soy la primera gota que se deshace al golpear la tierra.
...
"Y nosotros... ¿Quiénes somos?"
Vosotros, un puñado de gotas más...
Pero sabed que, tras vosotros, un mar constante caerá sobre los rostros de aquéllos que piden agua de esperanza y miran al cielo pues tienen sed...
Sabed que sois el comienzo del diluvio que fecundará toda la tierra, hasta hoy seca y sin voz.
Vais a dar luz en la noche, calor en los sepulcros, sonrisas en el adiós... Vais a coger de la mano, uno a uno, a un mundo de caídos y a hacerles portadores de la llama de la resurrección.

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domingo, 28 de junio de 2015

Marcos 5, 21-43

En aquel tiempo Jesús atravesó de nuevo a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. 
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y al verlo se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.» 
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos y se había gastado en eso toda, su fortuna; pero en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido, curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado.
Jesús, notando que, había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio le la gente, preguntando: «¿Quién me ha tocado el manto?»
Los discípulos le contestaron: «Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿quién me ha tocado?"»
Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. 
Él le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.»
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?» 
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe.»
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos.
Entró y les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos, y con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi (que significa: contigo hablo, niña, levántate).»
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar –tenía doce años–. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.


"¿Por qué no traéis de nuevo a mi hija? Él curaba. Hacía milagros..."
Cuando él estaba aquí... sí... todo era distinto.
Mas no hemos perdido su recuerdo ni las ganas de volver a abrazarle.
"Vosotros... seguís sus pasos, pero sin poderle alcanzar."
Guardamos dentro sus palabras, su sonrisa... eso es lo que te podemos dar.
...
"Ya no tengo fe. No tengo fuerzas siquiera..."
...
No crees... mas, ¿te gustaría volverla a ver?
"Más que vivir..."
Escucha...
A la puerta del reino sin lugar se llega por diferentes caminos. Uno es el de la fe -camino excelso-mas no es el único.
Hay una vereda entre la maleza, abierta por la pisada de miles en su caminar... Nacida a fuerza de ser transitada por muchos que se abren paso por ese flanco empinado a golpe de corazón.
Arranca en la ría de la rabia y sigue hasta donde comienza el desierto, en la piedra del dolor. Transcurre luego entre nubes de polvo, donde sólo te guiará la llama del anhelo, que surge de las entrañas, hasta llegar a un llano inmenso... rodeado por las fosas de la desesperación. Sigue el sendero de la esperanza, aunque oscurezca, pues muchos serán los días y las noches que transcurran antes de que veas, de lejos, la colina verde del mundo que es. Allí encontrarás la puerta.
"¿Mi hija?"
Te está esperando.
Nosotros no podemos traerla. Pero conocemos el camino... Podemos guiarte hasta allí.

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sábado, 27 de junio de 2015

Mateo 8, 5-17

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.»
Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo.» 
Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quién para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve" y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.» 
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»
Y al centurión le dijo: «Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.» 
Y en aquel momento se puso bueno el criado. 
Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles. 
Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.»


"Caballero, ¿por qué vela... si vive en la oscuridad?"
Velo porque, aunque no vea, no vivo a oscuras. Y sé que mañana será un día intenso.
"¿Por qué?"
Porque mañana tenemos una nueva oportunidad para ser quienes quisiéramos ser.
"Creí que era porque atravesamos tierra musulmana..."
No. ¿Eso... ¿qué más da? Son, somos, simplemente personas...
Además... en todo país y pueblo designan con una palabra al amor. Con otra, la palabra gracias. Y con otra, se refieren a Dios... ¿Has visto alguna guerra... una discusión siquiera... motivada por decir, en vez de gracias, choukran?
¿Arrancarías las demás teclas de un piano porque no sonaran como la tuya?
Dios es el que es, lo nombre quien lo nombre, se le apliquen adornos o no... Tú céntrate en darle las gracias, amarle y en amar todo lo que Él creó.
No hay razón ni hay errores cuando hay gratitud, entrega y amor.
Ahora durmamos. Descansa...
Mañana nacemos los dos.

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viernes, 26 de junio de 2015

Mateo 8, 1-4

En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.»
Extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero, queda limpio.»
Y en seguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.»


"Sabes, el leproso que vino esta tarde... vino porque nada tenía que perder."
¿Te refieres al hombre que sufría de lepra?
"Sí. No le movía la fe."
A menudo, para tener fe hay que estar bien comido. Y para orar, no estar sepultado en dolor.
Seguro que tienes razón. Pero no hemos de actuar con la cabeza, sino con el corazón.
¿Sólo has dudado de sus motivos? ¿Y de los tuyos al juzgarle... no?
"Es que vino por mero interés..."
¿Y por qué me sigues tú? Puede que no busques remedio a un mal de corto plazo... Y pese a que te duele menos, estás aquí por...
"¡Porque te quiero!"
Pues ayúdame a levantar las losas que asfixian a tanta gente. Cuando respiren... podrá llegar el amor.
... Además... sabes que muchos dicen que nuestras palabras no son de cuerdos... de gente que llaman normal.
"Sí... eso es verdad.
...
No me fijé en que era como yo, mi hermano, el hombre de la enfermedad. "

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jueves, 25 de junio de 2015

Mateo 7, 21-29

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?” Yo entonces les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados.” El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.» 
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.


"¿Qué puedo hacer para enseñar a otros tu camino?"
Primero, ser.
"No soy perfecto... ¿No puedo entonces difundir tu nueva?"
Claro que puedes. El mensaje es para todos. Es de todos. Ojalá cada uno lo transmita pese a su particular imperfección. No temas no ser perfecto.
"¿Entonces?"
Con ser quiero decir caminar, bracear en pos de una meta, de una alegría común... no me refiero a haber llegado ya y mirar desde el podio. No...
Ser es vivir en la forja, es crecer en el crisol, es construir con barro líquido, es ganar -metro a metro- la tierra nueva al viejo mar.
Sed, esperanza. Ésa es la roca. Tu techo, un corazón sincero y humildad. Mira entonces por la ventana. Aquél jardín de tu infancia te espera para recogerte al llegar.

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miércoles, 24 de junio de 2015

Lucas 1, 57-66.80

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. 
La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.


"Zacarías, ¿cómo te sientes? ¡Puedes hablar!"
¿Cómo me siento?... Ahora me siento en paz.
...
Recuerdo a mi padre, diciendo Actúa siempre como si fueras dueño de la tierra que pisas...
Desde joven he aspirado a hacer grandes cosas. A construir una estirpe poderosa...  a ser dueño de una gran fortuna y a ser un hombre admirado por sus cualidades y sus logros... Cosa que, en mayor o menor medida, logré...
Pero hoy... todo ha cambiado.
Mi esposa, mi hijo... ahora veo que mis principales tesoros no han sido fruto de mi mérito... sino que me han sido regalados.
...
Cuando un día vuelva a abrazar a mi padre le diré Padre, mejor, actúa siempre como si fueras dueño de ti mismo.
"¿Y cómo puedes lograrlo?"
Aceptando, confiando... liberándote del miedo a no estar en el centro, a no poseer, a no sostener la rienda ... logrando, le diré, que la tierra que pisas no sea dueña de ti.

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martes, 23 de junio de 2015

Mateo 7, 6.12-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas. Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.»

No corras hacia la puerta...
No está lejos.
No salgas a buscarla.
Está en ti.
Parte de tu piel el sendero
que viaja profundo.
No acumules equipaje
que por tus venas
no pueda viajar.
Tan sólo recuerdos,
cariño,
y una esperanza honda...
para que tu puerta se abra
y te permita salir.

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lunes, 22 de junio de 2015

Mateo 7, 1-5

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.»

"¿Dónde está?"
¿Quién?
"La chica que nos seguía."
¡Ah! Sentada. Allí...
...
"¿Puedo ayudarte?"
No sé. Estoy embaraza y no sé si lo quiero tener.
"Bueno...
¿Cómo te encuentras?"
Bien... Pero tengo 20 años y si lo tengo mi vida acabará. Será la de una mujer mayor...
"¿Tienes la decisión tomada?"
Sí. Pero quería venir antes...
"Ya veo... Y qué crees que te puedo decir?"
Imagino que me echarás el sermón...
Perdona...
... Dime qué debo hacer. Si es correcto lo que siento... o si es un crimen, como me dicen...
"Verás. Yo no te voy a juzgar. Eres tú quien está en la encrucijada... y sólo tú sabes qué camino te llevó hasta aquí. Eres tú quien llora cuando amanece y cuando el sueño te vence al anochecer. Es a ti a quien no hablan tus padres... a quien las amigas han dejado de lado. Además... ¿Tengo aspecto de juez?"
... Y ¿qué hago?
"No lo sé...
Ya habrás oído hablar de que, dentro de ti, hay una persona esperando para respirar. También que puedes quitarle su aire para que el aire libre no te falte a ti. Algunos te dirán que no dejarle vivir sería actuar en defensa propia... Habrás escuchado debates... ¿Quién tiene un derecho mayor?
Pero... escucha. El niño que llevas dentro no quiere nacer para respirar. No quiere tu aire. Quiere tu cariño. Necesita tu amor más que cualquier otra cosa. Si naciera y no se lo dieses moriría lentamente en vez de hacerlo ya...
... Te diré un secreto. Tú puedes traerlo al mundo, pero el que te dará la vida será él. Y ya no habrá un sólo instante en que no anheles con todo tu ser respirar el olor de su pelo, de sus manos... cerrar los ojos y ser arropada, cuando tú lo abraces, por cada milímetro de su piel.
Es tu luz. La tienes dentro. Ha llegado sin avisar... en mal momento... pero ha venido a abrazarte y a iluminar para siempre tu camino.
Mientras decides si le salvas... decide salvarte tú.
Dale la mano... él la tiene tendida. Agárrate a él. Te sacará, izándote, de las aguas negras del mar..."

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domingo, 21 de junio de 2015

Marcos 4, 35-40

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla.»
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. 
Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?»
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio, cállate!» 
El viento cesó y vino una gran calma. 
Él les dijo: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?» 
Se quedaron espantados y se decían unos a otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas
le obedecen!»

"Adelante."
El caballero comenzó a andar. Sus ojos no podían guiarle... Su corazón latía como si de un animal sepultado en vida se tratara... estirando todo su ser, revolviéndose en busca de aire y de luz. El caballero no se detuvo.
Al oler su indefensión, desde la gran pared arrojaron dardos y grandes piedras contra él. Mas él no dejó de avanzar como pudo.
De repente, uno, dos... un puñado de hombres corrieron hacia él.
"No temáis. Sólo si tratáis de esconderos os derribarán.
¡Avancemos hasta cruzar!"
Las flechas silbaban junto a sus rostros, pero parecían no poderles tocar... Era como si ellos no estuviesen allí.
Atravesando el campo vacío que antecede a la pared llegaron a la muralla que impide la salida del mundo. "¡Deteneos! Me pertenecéis."
Pero mal puede retener un puño otra cosa que piedras y arena cuando es agua pura lo que intenta frenar.

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sábado, 20 de junio de 2015

Mateo 6, 24-34

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.»

Un hombre cargado con muchos paquetes sintió que algo se le había caído. Sin poder inclinar la cabeza hacia abajo por encima de los bultos que llevaba en brazos, giró a un lado y a otro tratando de localizar el paquete. No sabía cómo iba a poder recogerlo, pero, de momento, la cuestión era localizarlo... ya vería cómo agarrarlo después. Tal vez si se inclinaba con cuidado... podría engancharlo con un dedo.
Pero no llegaba a verlo.
Al volverse de nuevo, observó cómo otro hombre algo más mayor que él se encontraba en una situación similar. Flexionando la rodilla, trataba de alcanzar un bulto que había en el suelo procurando que ninguno de los paquetes y bolsas que llevaba escaparan de sus brazos para caerse también.
Mientras, una mujer de mediana edad, también enormemente cargada, se acercaba andando con cuidado y mirando de reojo para no tropezar.
Sintió que si no localizaba su objeto caído, otro se detendría y lo lograría coger. Inclinó levemente el cuello hacia su derecha tratando de ver lo que había delante de él... cuando uno de los bultos que no tenían un contacto directo con su brazo se deslizó y cayó. Un reflejo le impulsó a cogerlo, y varios objetos más escaparon a su abrazo cayendo al suelo también. ¡No podía ser! No recordaba ni el tiempo que llevaba recogiendo y acumulando ese equipaje y ahora, por una tontería... todo se podía echar a perder... Y los demás no podían ayudarle, estando todos ocupados cargando sus propios tesoros... ¿Qué hacer? Volvería a coger todos... uno a uno... primero los más grandes, los pequeños por el cordón... si los cogía de forma ordenada tal vez, incluso, podría recolocarlos mejor... pero, estando en dicho pensamiento, aprovechó para erguirse y estirar su espalda entumecida. Notó la suave brisa. También un suave baño de sol. Y dirigió la mirada algo más lejos.
Una muralla, un telón alto, blanco, inmenso, sin final. Una puerta. Y un pomo para poderla abrir. Varios hombres y mujeres, cerca de ésta. Cargados, desconcertados. Un montón de paquetes en el suelo... puede que del último que pasó.
Aún no había obtenido una orden de su cerebro sobre cómo reaccionar cuando sintió que le llamaban. Era un hijo lo que se había caído. Lo que había provocado el desplome de su montón.
...
Avanzó unos pasos entre los bultos. Tomó el pomo con su mano. Miró a su hijo. Y abrió.

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viernes, 19 de junio de 2015

Mateo 6, 19-23

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!»

"¿Qué te ocurre? ¿Puedo ayudarte?"
No.
No sé...
Echo en falta a mi padre. A mi hermano. En esta época necesitarían mi ayuda.
"¿Por qué no vuelves?"
Porque llevamos meses recorriendo los caminos en su nombre... Sería un fracaso volver.
"¿Por qué fracaso?"
Sería como una traición. Defraudarle... no haberle puesto primero.
"¿Recuerdas? Allá donde está tu tesoro..."
Sí... Allí está tu corazón.
"Y está claro dónde está el tuyo."
... Ya, en vez de puesto en Él...
"Dirás... además de puesto en Él. Tras todo este tiempo sabes qué es para Él lo primero...
Si vuelves, no es por tus tierras, en busca de comodidades... ¿Crees que llamaría fracaso a poner por delante el amor?
Y no te agobies. Hay mucho campo que sembrar... ¿Quién sabe? tal vez sea el jardín de tu casa el que necesita una nueva siembra. O seas, cada día, para alguien una bendición. Vuelve tranquilo, amigo... aunque te advierto que volverá de ti sólo un trozo, porque otro pedazo estará siempre en nuestro corazón."
Gracias... de verdad.
"Tú eres un faro... Y lo que te convierte en faro no es la dirección en que iluminas, sino que pones luz en la oscuridad."

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jueves, 18 de junio de 2015

Mateo 6, 7-15

Jesús dijo a sus discípulos: 
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. 
No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. 
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, 
que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. 
Danos hoy nuestro pan de cada día. 
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. 
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal. 
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. 
Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.


Origen nuestro,
nuestro destino
que te encuentras más allá
de este camino,
Tú eres y serás la Realidad.
Sea lo que sea lo que acontezca,
que nuestra alma se dirija hacia ti.

Que sólo deseemos amar
y demos las gracias por ser amados
y por la bendición
que viene de los demás.
Que nuestras traiciones pesen menos
que nuestro deseo de tu Reino
y nuestra esperanza.

Que no dejemos de seguirte
con humildad y sin juzgar
el camino andado por nuestros hermanos.
Ayúdanos a liberarnos del egoísmo
y del afán por protagonizar
la vida que, cada día,
nos regalas como crisol
de nuestro alma.

miércoles, 17 de junio de 2015

Mateo 6, 1-6. 16-18.

Jesús dijo a sus discípulos: 
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. 
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. 
Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, 
para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. 
Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. 
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, 
para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 


"¿Dónde está la frontera?"
Está sólo en tu interior.

No seas visto. Observa.
No hables. Escucha.
No ofrezcas la mano. Entrégala.
No te aflijas. Ayuda.

No concedas. Solicita.
No pidas. Da.

No hables de amor. Ama.
No aconsejes. Enseña.
No impongas. Aprende.
No comprendas. Acércate.

Acércate...

Y no parezcas. Sé.

martes, 16 de junio de 2015

Mateo 5, 43-48

Jesús dijo a sus discípulos: 
Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. 
Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; 
así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. 
Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? 
Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? 
Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo. 


Cada golpe que libres sobre tu instinto, cada siembra, cada caricia, te harán avanzar...
¿Cómo templar una hoja arropándola entre algodones?
¿Cómo sembrar sin sudar bajo el sol?
¿Cómo afinar una flauta sin limpiar las impurezas?
¿Cómo hacer brillar un alma sin librarla del rencor?

lunes, 15 de junio de 2015

Mateo 5, 38-42

Jesús, dijo a sus discípulos: 
Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. 
Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. 
Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; 
y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. 
Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado. 


"¿El manto? ¿Aun siendo injusto su juicio?"
No te quedes con las letras y guarda dentro su mensaje.
¿Qué importancia tendrá tu manto? ¿Hasta cuándo seguirás con él?
...
No emplees tu energía en disputas que sólo habitan en la superficie... ésa es sólo la piel de la realidad.
Bucea en los sentimientos y frente al enemigo no desciendas al campo al que él te quiere llevar.
Al terreno del detalle, del hecho, de la materia, de la forma... ése es su reino y en él no tiene rival.
Porque a ti no ha de importarte la apariencia hueca del eterno ciclo, sino el destino de tu alma cuando pase por él.
Por ello, no pelees por cada ola... no discutas por cada gramo de sal. Aprovecha, mejor, toda corriente para crear la energía que lleve a tu barco al buen puerto donde Él nos espera ya.

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domingo, 14 de junio de 2015

Marcos 4, 26-34

Y decía: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: 
sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. 
La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. 
Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha". 
También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? 
Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, 
pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra". 
Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. 
No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo. 


Tras ocho años fuera de casa, el caballero ya no pensaba en su hogar. Habían sido tantas las personas, tantos los lugares, tantas las horas de camino... Una tarde recibió una carta: Ya es hora de regresar. El caballero cayó sobre sus rodillas. No encontraba la respiración.
"El rey preguntará en qué batallas he peleado. Qué nuevo patrimonio conquisté para él... Mas yo tiré al suelo mi escudo y mi espada regalé. Y nada podré decir..."
Ven. Siéntate. ¿Cómo te encuentras?
"Avergonzado, Señor."
¿Puedo saber por qué?
"No he sabido conquistar nada."
Sé que eres ciego. Té describiré lo que has dejado a tu espalda. Mujeres, hombres a los que ganaste el corazón y expandirán nuestro recuerdo hasta el más lejano confín.
Tu pelea la libraste a diario. No puedo tener mejor defensor.

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sábado, 13 de junio de 2015

Lucas 2, 41-51

Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. 
Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, 
y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. 
Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. 
Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él. 
Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. 
Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. 
Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados". 
Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?". 
Ellos no entendieron lo que les decía. 
El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón.


"Todo parece un sueño... Aún hay algo que no parece real.
Él llegó a mí... sopló en mi rostro y... ¡Cuántas veces soñé que venía a despertarme al amanecer! ¡Cuántas que me tapaba los ojos con sus manitas y, luego, cogía las mías! ¡Cuántas soñé que él ya no estaba y yo vagaba por el templo con las palmas abiertas hacia el cielo..."
María...
"Tranquilo, siempre supe que Él seguía un camino para tender otro detrás de él. Y sé que me espera... que nos espera. Pero siento pena... por su dolor, por sus heridas, por cada insulto... porque soy su madre y acabo de ser empujada al abismo. ¿Qué quieres...? Es mi hijo y, aunque sé que ha llegado a su sentido, ahora... sólo le encerraría en casa para ocupar su lugar."

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viernes, 12 de junio de 2015

Juan 19, 31-37

Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne. 
Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. 
Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, 
sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. 
El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. 
Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ninguno de sus huesos. 
Y otro pasaje de la Escritura, dice: Verán al que ellos mismos traspasaron. 


"Espera."
¿Qué? ¡Date prisa!
"Ya está muerto... déjalo."
La orden es Romperles las piernas.
"Vamos. ¡Déjalo! Ya ha muerto. Su madre está ahí..."
...
Hay algo dentro de algunos hombres que les hace virar, pese a la inercia. Un rayo de luz que se abre paso aunque se haya desplomado la tiniebla a su alrededor. La esperanza de que habrá un mañana... por más que parezcan ya muertos. El eco de un grito... que aún no gritó.

jueves, 11 de junio de 2015

Mateo 10, 7-13

Jesús dijo a sus apóstoles: 
Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. 
Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente." 
No lleven encima oro ni plata, ni monedas, 
ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento. 
Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. 
Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. 
Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes. 


"¿Qué tal te ha ido? ¿Has vuelto cansado?"
He vuelto contento.
"¿Y has podido sanar a alguien?"
No, ya sabes que no sé cómo...
pero este viaje ha sido especial.
"¿Por qué?"
Porque entré en una casa y una joven enferma me recibió.
Ya sabía de nosotros... mas no pidió la sanación.
Sólo me invitó a que, sentados junto a la puerta, le contara alguna anécdota con Él.
Pasamos largo rato charlando. Hasta que oscureció. Y ella se fue con una sonrisa, dándome las gracias...
...
Por fin vi -parece mentira- que el verdadero horizonte está sobre nuestras cabezas y que nuestra palabra cala más hondo que una cura. Refresca, alivia... y puede hacer despertar para siempre.
Yo fui a hablarle de vida.
Ella me la regaló.
Ahora sí siento que somos como Él, sanadores...
y el primero en sanar he sido yo.

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miércoles, 10 de junio de 2015

Mateo 5, 17-19

Jesús dijo a sus discípulos: 
«No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. 
Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. 
El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.»


El niño crece, día tras día, y no deja de ser él cuando, ya al término de su pubertad, comienza a ver el mundo de forma más madura, más prudente, más nítida.
Ya no le sirve una metáfora, la parábola, tampoco el lenguaje de antaño.
No he venido a empezar. He venido a terminar un camino.
Mas no se trata de cerrar. Se trata de abrir.

martes, 9 de junio de 2015

Mateo 5, 13-16

Jesús dijo a sus discípulos: 
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. 
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. 
Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. 
Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.

"Pero... ¿De qué les puedo hablar?"
Háblales cara a cara. Mírales a los ojos. Desnuda ante ellos tu alma y diles, sólo, qué hay en tu corazón. No prepares argumentos. No hay discurso que repetir. Háblales de tu esperanza, de tu anhelo sencillo, casi infantil.
Pero también diles que conoces el camino. Que Él lo ha recorrido antes... Y que deseas con todas tus fuerzas que te escuchen, que confíen, que el tesoro que les entregas es fuente de vida mientras estén vivos y la vida misma después de morir.  Diles que sigan sus pasos. Que la puerta se llama Jesús.
Y cuando estés cansado... Acuérdate de María. Ponte en sus manos. Entonces es el momento de que confíes tú.

lunes, 8 de junio de 2015

Mateo 5, 1-12

Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. 
Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: 
"Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. 
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. 
Felices los afligidos, porque serán consolados. 
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. 
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. 
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. 
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. 
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. 
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. 
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron." 


"Volvamos, se hace tarde."
¿Te has dado cuenta? Hasta el viento se había calmado. Parece que se hubiera acurrucado, como uno más, para escucharle...
"Sí..."
¿Qué te ocurre?
...
"Que el día ha llegado.
La cortina se ha caído.
El Mesías se ha manifestado en campo abierto.
Y tú y yo estamos en él.
Ya no hay excusa.
Ha dejado claro el camino
para acudir a su lado.
¿Me faltará coraje?
No dejo de temblar...
La batalla es persona a persona...
será día a día
...y acaba de comenzar."
...
¿Cómo vencer?
"Resistiendo
un tira y afloja
a vida o muerte
dentro de nuestro corazón. Ese es el campo..."
...
¿Y la victoria?
Llegará cuando notes que,
pese a la aparente derrota,
los golpes en la superficie
no ahogan, como Él ha dicho,
la fuente más honda
de felicidad."

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domingo, 7 de junio de 2015

Marcos 14, 12-16. 22-26

El primer día de la fiesta de los panes Acimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?". 
El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: "Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, 
y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: '¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?'. 
El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario". 
Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua. 
Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen, esto es mi Cuerpo". 
Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. 
Y les dijo: "Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. 
Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios". 
Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. 


El hombre quedó en silencio. Ya todos habían salido.
En silencio quedó la estancia. En silencio todo el lugar. La vida misma paró.
...
La casa quedó sola.
Una casa absurda de muros difusos, de suelo sin tacto.
Quedó de pie. Su corazón y sus sentidos ya habían bajado corriendo para intentar alcanzarlo.
A donde quisiera que fuere... a rastrear su paso.
Sus pulmones se agitaban
mas no podía respirar.
Seguía al grupo en la distancia...
...
¿Qué angustia le arrastraba? ¿Qué había pasado?
Y su pulso tenso gritaba
gritos sordos de rabia
amordazado
bajo la piel.
¿Qué presenció en esa estancia? Sus ojos habían asistido, mas no llegaba a entender...
pero cuando aquel galileo bajó a la calle con sus amigos,
el sentido entero de todo
salió a la calle con él.

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sábado, 6 de junio de 2015

Marcos 12, 38-44

Y él les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas 
y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; 
que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad". 
Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. 
Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. 
Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, 
porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir". 


¿Qué doy yo?
"Mira, es tarde. Descansa."
¿Qué doy? ¿Qué doy yo?
"Eres un buen hombre... Haces lo que puedes. Ahora descansa."
He sido un hermano correcto. Un correcto hijo. He sido un padre y esposo atento, cariñoso... y ya está.
¿Podría dar algo a otros? En mi día a día... ¿no puedo dar más?
"Está bien... ¿Qué disfrutas haciendo, sobre todo?"
... Trabajar... salir al mar con vosotros en mi barca...
"¿Y en casa?"
Llego a casa tarde, cansado. Tengo ganas de poco ya.
"¿Y, para ti, quién o qué es lo más importante? ¿Hay algo sin lo que no podrías vivir?"
Sí. Sin mi esposa. Sin mis hijos.
"Entonces... ¿Qué te impide, de verdad, darte a ellos... si dices que son quienes te hacen vivir?
Y lo mismo ocurre con todos los que te necesitan. En tus palabras los encuentro... pero en tu vida, en tu día, ¿dónde están?"
Es que disfruto pescando... y mi obligación es trabajar.
"Y eso está bien... Pero abre los ojos y mira a los que cada día ves . Luego mira hacia dentro. Siéntelos. Dales tu tiempo, tu vida. Les amarás más. Y recuerda, sólo unas manos vacías pueden acariciar a otra mano.
...Ellos te quieren. ¿Hasta cuándo tendrán que esperar?"


viernes, 5 de junio de 2015

Marcos 12, 35-37

Jesús se puso a enseñar en el Templo y preguntaba: "¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David? 
El mismo David ha dicho, movido por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. 
Si el mismo David lo llama 'Señor', ¿Cómo puede ser hijo suyo?". La multitud escuchaba a Jesús con agrado. 


"¿Qué pensáis que debe traer el Mesías?"
El resurgir.
"Es confuso..."
¿La liberación?
"Todavía lo es."
El Mesías había de venir para Salvarnos.
"¿De qué? ¿De quién?"
¿Del opresor?
"Sí. Del que te ahoga desde dentro. De la razón entronizada. Del egocentrismo. Del miedo a ser libres a la intemperie. Del demonio que guardáis en los bolsillos y la plata que acariciáis."
...
"¿Y os parece el Mesías un hijo, otro heredero... el nuevo capítulo de la tradición?
No. La senda de Abraham nos ha traído hasta la orilla. Pero yo he venido para que voléis sobre el mar."


jueves, 4 de junio de 2015

Marcos 12, 28-34

Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: "¿Cuál es el primero de los mandamientos?". 
Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; 
y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. 
El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos". 
El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, 
y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios". 
Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. 


"¿Por qué está cerca del Reino? Él no te sigue..."
Porque el camino estaba allí antes de que yo viniera a iluminarlo. Y porque seguirá, ahora visible, cuando yo vuelva al Padre.
Todo el que por él transita es diferente en su origen, en la época en que deja huella su caminar, en su herencia, en sus vocablos, en la luz que le rodea... pero, aunque la superficie parezca diversa, hay una misma savia bajo la piel.
No importa su procedencia, su historia, su lengua. La llave es su corazón, que bombea al mundo sangre agradecida, sedienta, despierta, que mira al cielo mientras camina, con la mano del alma vacía y tendida hacia todo el que la vida le acerque.

miércoles, 3 de junio de 2015

Marcos 12, 18-27

Se le acercaron unos saduceos, que son los que niegan la resurrección, y le propusieron este caso:
"Maestro, Moisés nos ha ordenado lo siguiente: 'Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda'.
Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos.
El segundo se casó con la viuda y también murió sin tener hijos; lo mismo ocurrió con el tercero;
y así ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos ellos, murió la mujer.
Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?".
Jesús les dijo: "¿No será que ustedes están equivocados por no comprender las Escrituras ni el poder de Dios?
Cuando resuciten los muertos, ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como ángeles en el cielo.
Y con respecto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído en el Libro de Moisés, en el pasaje de la zarza, lo que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?
El no es un Dios de muertos, sino de vivientes. Ustedes están en un grave error". 


Preguntadle a la semilla por la composición del agua. Preguntadle al preso qué temperatura hacía al salir en libertad... A la madre si preguntó a su hijo qué camino escogió para volver... Decidle al niño que mida sus pasos en el recreo, al ermitaño que narre su soledad...
¿De qué habláis? ¿A qué vienen vuestras preguntas? ¿Es un juego? ¿De verdad queréis respuestas? Está bien... pero hacedme preguntas con más sentido.
No me pidáis que os vierta mi agua sobre el asfalto. Hay mucha tierra con sed.

martes, 2 de junio de 2015

Marcos 12, 13-17

Le enviaron después a unos fariseos y herodianos para sorprenderlo en alguna de sus afirmaciones. 
Ellos fueron y le dijeron: "Maestro, sabemos que eres sincero y no tienes en cuenta la condición de las personas, porque no te fijas en la categoría de nadie, sino que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios. ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no? ¿Debemos pagarla o no?". 
Pero él, conociendo su hipocresía, les dijo: "¿Por qué me tienden una trampa? Muéstrenme un denario". 
Cuando se lo mostraron, preguntó: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?". Respondieron: "Del César". 
Entonces Jesús les dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios". Y ellos quedaron sorprendidos por la respuesta. 


"Debemos separarnos del dinero..."
¿Del dinero? Sería sencillo que ésa fuera la única divisoria... pero no.
"¿Podemos emplearlo, entonces?"
Si no... ¿cómo habríais de comprar pan?
Mirad más allá de la superficie. No se trata de evitar el contacto con él... es como el agua que os rodea cuando un río cruzáis. Pero no dejéis que cale dentro, que traspase vuestra piel, que adormezca vuestros sentidos, que anegue vuestros pulmones, que cale hasta empapar vuestro corazón... Si así lo hiciere, su rastro pudriría vuestras entrañas... y pronto la muerte cetrina afloraría en vuestra piel.
...
Pero no sólo es el dinero.
Es el afán de protagonismo, el ansia de dominar, el egoísmo, las ganas de imponeros sobre otros... cualquier cosa que postergue el deseo y la acción de amar. Discernid y vigilaros, porque esos lastres no traen el sello de César. Se acuñan en vuestro interior.

lunes, 1 de junio de 2015

Marcos 12, 1-12

Jesús se puso a hablarles en parábolas: "Un hombre plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. 
A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía. 
Pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo echaron con las manos vacías. 
De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo llenaron de ultrajes. 
Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también golpearon o mataron a muchos otros. 
Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando: 'Respetarán a mi hijo'. 
Pero los viñadores se dijeron: 'Este es el heredero: vamos a matarlo y la herencia será nuestra'. 
Y apoderándose de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. 
¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros. 
¿No han leído este pasaje de la Escritura: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: 
esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?". 
Entonces buscaban la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo de la multitud. Y dejándolo, se fueron. 


"¿Nosotros piedra angular?"
Toda persona es cimiento, muro, pilar para alguien... Pero nosotros, además, conocemos cual es esa piedra crucial.
Nosotros tenemos el testigo en las manos, preparad mil antorchas para el mundo iluminar.
Amar hasta la entrega. Entregarse a fuerza de amar.
...
Nuestro tesoro es endeble, no soporta un armazón de ritos y leyes... para eso ya están los arquitectos de estados y del orden social... con su afán constructor de una tras otra organización.
Pero esa alta misión no es la nuestra.
Nosotros tenemos que, gota a gota, recorrer todo el mar para que no haya rincón que, antes de su partida, no haya conocido su camino hacia la salvación.
Intentad, persona a persona, que abran los ojos.
Sembrad todo camino, toda plaza, cada cuarto... recorred el mundo como mendigos dichosos, armando caballeros y coronando reyes a vuestro paso. Ningún constructor podrá cavar cimientos más profundos ni elevar tan alto su mirar.