viernes, 5 de junio de 2015

Marcos 12, 35-37

Jesús se puso a enseñar en el Templo y preguntaba: "¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David? 
El mismo David ha dicho, movido por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. 
Si el mismo David lo llama 'Señor', ¿Cómo puede ser hijo suyo?". La multitud escuchaba a Jesús con agrado. 


"¿Qué pensáis que debe traer el Mesías?"
El resurgir.
"Es confuso..."
¿La liberación?
"Todavía lo es."
El Mesías había de venir para Salvarnos.
"¿De qué? ¿De quién?"
¿Del opresor?
"Sí. Del que te ahoga desde dentro. De la razón entronizada. Del egocentrismo. Del miedo a ser libres a la intemperie. Del demonio que guardáis en los bolsillos y la plata que acariciáis."
...
"¿Y os parece el Mesías un hijo, otro heredero... el nuevo capítulo de la tradición?
No. La senda de Abraham nos ha traído hasta la orilla. Pero yo he venido para que voléis sobre el mar."


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