Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.
No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,
que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.
Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.
Origen nuestro,
nuestro destino
que te encuentras más allá
de este camino,
Tú eres y serás la Realidad.
Sea lo que sea lo que acontezca,
que nuestra alma se dirija hacia ti.
Que sólo deseemos amar
y demos las gracias por ser amados
y por la bendición
que viene de los demás.
Que nuestras traiciones pesen menos
que nuestro deseo de tu Reino
y nuestra esperanza.
Que no dejemos de seguirte
con humildad y sin juzgar
el camino andado por nuestros hermanos.
Ayúdanos a liberarnos del egoísmo
y del afán por protagonizar
la vida que, cada día,
nos regalas como crisol
de nuestro alma.
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