viernes, 19 de junio de 2015

Mateo 6, 19-23

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!»

"¿Qué te ocurre? ¿Puedo ayudarte?"
No.
No sé...
Echo en falta a mi padre. A mi hermano. En esta época necesitarían mi ayuda.
"¿Por qué no vuelves?"
Porque llevamos meses recorriendo los caminos en su nombre... Sería un fracaso volver.
"¿Por qué fracaso?"
Sería como una traición. Defraudarle... no haberle puesto primero.
"¿Recuerdas? Allá donde está tu tesoro..."
Sí... Allí está tu corazón.
"Y está claro dónde está el tuyo."
... Ya, en vez de puesto en Él...
"Dirás... además de puesto en Él. Tras todo este tiempo sabes qué es para Él lo primero...
Si vuelves, no es por tus tierras, en busca de comodidades... ¿Crees que llamaría fracaso a poner por delante el amor?
Y no te agobies. Hay mucho campo que sembrar... ¿Quién sabe? tal vez sea el jardín de tu casa el que necesita una nueva siembra. O seas, cada día, para alguien una bendición. Vuelve tranquilo, amigo... aunque te advierto que volverá de ti sólo un trozo, porque otro pedazo estará siempre en nuestro corazón."
Gracias... de verdad.
"Tú eres un faro... Y lo que te convierte en faro no es la dirección en que iluminas, sino que pones luz en la oscuridad."

Libre de foto de la playa, el faro

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