Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él.
Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
"Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron."
"Volvamos, se hace tarde."
¿Te has dado cuenta? Hasta el viento se había calmado. Parece que se hubiera acurrucado, como uno más, para escucharle...
"Sí..."
¿Qué te ocurre?
...
"Que el día ha llegado.
La cortina se ha caído.
El Mesías se ha manifestado en campo abierto.
Y tú y yo estamos en él.
Ya no hay excusa.
Ha dejado claro el camino
para acudir a su lado.
¿Me faltará coraje?
No dejo de temblar...
La batalla es persona a persona...
será día a día
...y acaba de comenzar."
...
¿Cómo vencer?
"Resistiendo
un tira y afloja
a vida o muerte
dentro de nuestro corazón. Ese es el campo..."
...
¿Y la victoria?
Llegará cuando notes que,
pese a la aparente derrota,
los golpes en la superficie
no ahogan, como Él ha dicho,
la fuente más honda
de felicidad."
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