Y él les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas
y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes;
que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad".
Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia.
Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre.
Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros,
porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".
¿Qué doy yo?
"Mira, es tarde. Descansa."
¿Qué doy? ¿Qué doy yo?
"Eres un buen hombre... Haces lo que puedes. Ahora descansa."
He sido un hermano correcto. Un correcto hijo. He sido un padre y esposo atento, cariñoso... y ya está.
¿Podría dar algo a otros? En mi día a día... ¿no puedo dar más?
"Está bien... ¿Qué disfrutas haciendo, sobre todo?"
... Trabajar... salir al mar con vosotros en mi barca...
"¿Y en casa?"
Llego a casa tarde, cansado. Tengo ganas de poco ya.
"¿Y, para ti, quién o qué es lo más importante? ¿Hay algo sin lo que no podrías vivir?"
Sí. Sin mi esposa. Sin mis hijos.
"Entonces... ¿Qué te impide, de verdad, darte a ellos... si dices que son quienes te hacen vivir?
Y lo mismo ocurre con todos los que te necesitan. En tus palabras los encuentro... pero en tu vida, en tu día, ¿dónde están?"
Es que disfruto pescando... y mi obligación es trabajar.
"Y eso está bien... Pero abre los ojos y mira a los que cada día ves . Luego mira hacia dentro. Siéntelos. Dales tu tiempo, tu vida. Les amarás más. Y recuerda, sólo unas manos vacías pueden acariciar a otra mano.
...Ellos te quieren. ¿Hasta cuándo tendrán que esperar?"
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